02 dic 2014
Cinco errores de la subcontratación que pueden dañar un negocio
Subcontratar algunas tareas o servicios de la empresa puede ser una magnífica fórmula para aligerar costes productivos, pero no siempre se hace correctamente. A veces, se cometen errores garrafales que pueden poner en peligro aspectos claves del funcionamiento del negocio. Veamos los cinco grandes errores que se pueden producir en este proceso:
Equivocarse de servicio
El primer error (y muchas veces el principal) en el que una empresa puede caer es errar en la elección del servicio o actividad que subcontrata. No todos los ámbitos de una compañía pueden ser gestionados por un agente exterior, ya que algunos tienen carácter estratégico y son tan intrínsecos al funcionamiento del propio negocio que necesitan ser gestionados directamente desde dentro, sin ningún tipo de intermediarios.
Seleccionar mal al proveedor
Las prisas invitan cada vez menos a los directivos a invertir tiempo y reflexionar suficientemente acerca del proveedor que más convenga a su empresa. Uno de los mayores peligros es conceder finalmente el servicio al que ya se conoce, al que se tiene más cerca o al que le acaban de recomendar a uno, con el fin de ahorrar esfuerzos y reuniones. Sin embargo, de esta manera la empresa se conforma con lo primero que encuentra y, probablemente, dejará escapar otras ofertas y propuestas que podrían haber sido más interesantes.
Relajar el seguimiento
Subcontratar un servicio no debe significar dejarlo en manos de un tercero y olvidarse completamente del mismo. Esto sería un gran error, ya que existiría el riesgo de que ese servicio terminara funcionando por su cuenta y dejara de contribuir eficazmente al funcionamiento estratégico de la compañía. Por eso, es fundamental establecer entre empresa y proveedor el nexo de unión, tanto personal como estructural, más adecuado y eficiente.
Descuidar la confidencialidad
Trabajar con otras empresas o profesionales supone cederles parte de información de la compañía, con el fin de que puedan desarrollar su trabajo adecuadamente. Pero solo debe cederse la información necesaria para que realicen su labor y no otro tipo de datos, que podrían terminar cayendo en manos de la competencia. Por otra parte, la amistad y la cercanía pueden relajar la relación y el intercambio de información entre algunos directivos y proveedores, sobre todo en las firmas más pequeñas. Por eso, y para evitar cualquier malentendido, es fundamental establecer desde el primer momento unas reglas mínimas de confidencialidad entre ambas partes.
Bailar con otra música
Uno de los problemas más sutiles (pero no por ello menos importantes) es que empresa y proveedor bailen con distinta música. Es decir, que cada uno tenga una cultura empresarial diferente y una manera distinta de trabajar. Esto puede llevar a que los esfuerzos de una compañía porque todos sus componentes, departamentos y trabajadores remen en el mismo sentido (empeño que a veces lleva muchos años de trabajo constante) se vean trastocados en un momento dado por la irrupción de un agente externo. ¿Cómo evitarlo? Hay dos fórmulas: elegir a un proveedor cuya forma de trabajar esté en consonancia con la de la empresa; o incluyendo en el acuerdo un programa de formación.
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