La primera idea que se nos viene a la cabeza a la gran mayoría cuando hablamos de lobby es la de esos grandes tentáculos que tienen las grandes empresas para conseguir que la legislación o determinadas decisiones importantes les beneficien. Lo asociamos a sobornos, corrupción y chanchullos varios, pero lo cierto es que esta vieja idea de lobby cada vez está más pasada de moda. El lobby se ha institucionalizado como una estrategia empresarial que se asienta en una categoría similar a la comunicación empresarial o la gestión de los recursos humanos. Por eso, también son cada vez más las pymes que se están planteando implantar una estrategia de lobby para impulsar su negocio. Claro que una cosa es decirlo y otra muy diferente aplicarlo. ¿De verdad una pyme puede influir en algo? ¿Cómo se implementa? ¿Va a notar mi cuenta de resultados el esfuerzo? En realidad, las preguntas son muy similares a las que nos planteamos cuando abordamos
el plan de comunicación. Y como en ese caso, hay dos formas de abordar la cuestión. Una, contratar un experto en la materia y la otra, buscar empresas profesionales en la cuestión para que nos ayuden puntualmente. Y de la misma manera que hay empresas especializadas en comunicación, también las hay expertas en lobby. Encontrarlas es mucho más fácil desde que la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia apostó por impulsar
la profesionalización del lobby en España y puso en marcha el
registro de grupos de interés. Aunque no se engañe no son todos los que están. El registro es todavía una novedad y falta cultura en España para apostar por la transparencia que tan habitual es, por ejemplo,
en Bruselas. Pero lo que definitivamente ha cambiado en España, es que ya las empresas especializadas no se esconden bajo ningún nombre eufemístico y se identifican sin problemas como agencias de lobby. Son una buena fórmula para comprobar si ésta es o no estrategia beneficiosa para su pyme. En cualquier caso, hay una serie de principios básicos que conviene tener claro para adentrarse en este mundillo.
¿Para qué sirve el lobby? Es un método para
anticiparse a posibles cambios regulatorios que pueden llegar a significar la viabilidad o la muerte del negocio y tomar las decisiones estratégicas necesarias en función de esa información. Sirve para establecer relaciones de mutua confianza e interés con los reguladores a lo largo del tiempo. Las relaciones que se hacen en las estrategias de lobby también sirven para aumentar la visibilidad de la compañía y su posicionamiento en temas críticos, como la responsabilidad social, la innovación o la ética. Y, por supuesto, sirven para identificar
nuevas oportunidades de negocio. ¿Cómo se implementa una estrategia de lobby? El primer paso es identificar
en qué o en quienes se pretende influir. Por supuesto, teniendo en cuenta que estamos hablando de pymes. Es decir, conviene no confundir deseos con realidad. Tal vez nos gustaría que una ley aprobada por el Consejo de Ministros fuera cambiada, pero
influir sobre el Gobierno central, puede que sea un reto demasiado ambicioso. Por ello, hay que identificar pequeños logros que puedan ayudar al negocio y que, por ejemplo, sean del rango que puede negociar un concejal de un ayuntamiento o un técnico de la Administración. Otra de las cosas que conviene tener muy en cuenta es que este es
un trabajo de largo recorrido. Que nadie espere llamar una vez a la persona con la que se desea hablar y que este le conceda una entrevista al día siguiente. Este tipo de relaciones sociales requieren de un cuidado constante y el cultivo de la confianza. Y por lo tanto, dedicar tiempo y sí también esfuerzo a crear una
sólida base de contactos que permita un trato fluido con los agentes más relevantes para el negocio, sobre todo con vistas a situaciones extraordinarias que se produzcan en el futuro. Esto es especialmente relevante cuando el objetivo se define en un nuevo país.
La unión hace la fuerza. Esto es mucho más que un lema cuando hablamos de hacer lobby entre pymes. Es muy probable que lo que interesa a una empresa sea también lo que interesa al sector. Por ello, colaborar con la competencia en este sentido puede ofrecer muchos beneficios para todos. Y siempre tendrán más fuerza demandado cambios un grupo de muchos que unos pocos. Como en cualquier otra actividad de la empresa, las prisas y la improvisación no son buenas consejeras. Para que una estrategia de lobby funcione
deber estar planificada y coordinada, por ejemplo con la política de comunicación. Es decir, definir con claridad la posición de la compañía ante determinado punto de interés, planificar el posible interés público sobre este tema y tener muy claro cómo se va trasladar esa posición los periodistas, políticos, y sobre todo accionistas de la empresa. Y por último, pero no por ello menos importante, está enfocar todo desde
la transparencia y la responsabilidad. En los tiempos que corren a ninguna empresa le interesa verse envuelta en una crisis de credibilidad por la forma de plantear sus negocios. Ahora la opinión está mucho más sensibilizada, por eso, lo más importante a la hora de hacer lobby es hacerlo con luz y taquígrafos.