Los tribunales no son siempre el mejor camino para resolver un conflicto cuando una empresa se encuentra con un cliente moroso, tiene problemas con un proveedor o sufre cualquier otro percance. En muchos casos la fórmula más rápida y eficaz es la mediación, un sistema que resulta un
76% más barato que la justicia ordinaria y que resuelve los conflictos de media en
88 días frente a los 548 que se tarda en tomar una resolución judicial, según datos que maneja el Banco Mundial. Incluso, en ocasiones, la mediación puede resolver los casos en cuestión de días o semanas. Este sistema conciliador surgió en Estados Unidos y en otros países anglosajones y se ha ido extendiendo progresivamente a otros territorios, demostrando su eficacia y sus ventajas, que atraen cada vez a más personas y empresas. La fórmula intenta conciliar a las dos partes en litigio y trata de encontrar una alternativa que satisfaga a ambas. Se basa, fundamentalmente, en el diálogo y en la búsqueda de soluciones en las que estén de acuerdo todos. ¿Otra de sus ventajas? Elimina la incertidumbre y los elevados costes que suelen tener los procedimientos judiciales, que se pueden dilatar eternamente en el tiempo. Los expertos están constatando una aplicación cada vez mayor de la mediación al mundo empresarial. Y entre los argumentos que justifican esta evolución destacan, además de algunos de los ya mencionados como el ahorro de tiempo, la posibilidad de solucionar cuestiones complejas y
la confidencialidad. La figura central del proceso es el mediador, al que se someten las partes, y que intenta conciliar a ambas. Éstas son las que lo seleccionan mostrando sus preferencias hacia el candidato, en lo referente a estilo de negociación, experiencia técnica o legal, conocimiento de determinados lenguajes, etc. Normalmente, las asociaciones profesionales de mediadores, o los institutos o centros de mediación, son los encargados de proporcionar a las partes una lista de mediadores. Antes de proponer un candidato, se pide a éste que revele cualquier circunstancia no conocida que puede causar alguna duda sobre su imparcialidad, y si se descubre cualquier tipo de conflicto, es sustituido por otro. También se puede rechazar a un candidato si existen dudas sobre su imparcialidad. Una vez que los participantes han aceptado la mediación, ésta puede comenzar en cualquier momento. El mediador establecerá
un calendario de sesiones, trabajará con ambas partes, introducirá todo el sentido común posible e intentará
generar acuerdos creativos que satisfagan a todos. Si el proceso conciliador no termina en éxito y las partes no llegan a un acuerdo, tampoco se habrá perdido nada, ya que los implicados podrán continuar con el litigio utilizando la vía judicial. Ni ésta ni los derechos de cada uno se habrían visto afectados por el intento de mediación. Todo esto, claro, si antes no ha decidido cubrirse las espaldas
transfiriendo sus riesgos.