23 may 2021
Nadie escapa a Lukashenko
De Atenas a Vilna; esa era la ruta que iba a seguir el avión FR4978 en el que viajaba Roman Protasevich quien, fue arrestado el pasado 23 de mayo cuando volvía de la capital helena. Protasevich, de 26 años, es uno de los opositores bielorrusos más jóvenes y fue uno de los principales organizadores de las protestas que se desataron el año pasado contra el régimen de Lukasehnko. Lo hizo a través de un grupo de la red social Telegram, llamado Nexta, donde se coordinaban las acciones a realizar.
Como consecuencia, el pasado mes de noviembre Bielorrusia le incluyó en la lista de posibles terroristas y le acusó de tres crímenes relacionados con las protestas, que conllevan penas de hasta 15 años de cárcel. Desde que comenzasen las revueltas en agosto de 2020, Lukashenko ha incrementado de forma notable la presión y persecución política contra disidentes y opositores. Sin embargo, en esta ocasión, el dictador ha sobrepasado todos los límites, al obligar al vuelo en el que viajaba Protasevich, que atravesaba su espacio aéreo, a cambiar de rumbo al aeropuerto de Minsk, bajo una falsa amenaza de bomba, para así detener a una figura contraria al régimen. Una vez aterrizaron, oficiales bielorrusos arrestaron a Protasevich y, tras registrar la aeronave, volvieron a embarcar a los pasajeros y la tripulación. Las reacciones desde Bruselas no se han hecho esperar. La presidenta de la Comisión, Úrsula Von der Leyen, ha declarado que el aterrizaje forzado es “absolutamente inaceptable” y que “cualquier violación de las normas de transporte aéreo tendrá que acarrear sus consecuencias”. No se descarta, pues, que la UE adopte una nueva ronda de sanciones contra el país, que se suman a la pila que ya pesan sobre los principales representantes del régimen.