23 may 2023

China logra el apoyo de 5 grandes emergentes en su batalla frente al dólar

El yuan ha irrumpido con virulencia en su combate por el cetro del dólar en el orden monetario. Rusia, Brasil, Argentina, Irán y Bangladés apoyan la afrenta de Pekín.

El peso del yuan chino en el sistema de transacciones internacionales va en aumento. Casi en la misma proporción que la pérdida de impulso del billete verde estadounidense en las reservas de divisas internacionales. No es que el indiscutible dominio del dólar del último siglo y medio vaya a ponerse en entredicho a corto o medio plazo. Pero la afrenta entre las monedas de las grandes superpotencias económicas del planeta no solo es una realidad, sino que está calando entre los inversores internacionales e influyendo en las políticas económicas y monetarias. Especialmente de los grandes mercados emergentes.  

El dólar es la principal moneda de reserva desde la Segunda Guerra Mundial; es decir, es la divisa extranjera preferencial de las arcas de los bancos centrales y cuyos depósitos sirven como los primeros amortiguadores ante crisis domésticas o internacionales. De igual modo, su dominio es incontestable en los intercambios comerciales y en mercados como el energético, donde el negocio del petróleo se denomina en dólares.

Sin embargo, algunos países, en su mayoría potencias emergentes, han empezado a revertir el escenario de hegemonía plena del dólar. A raíz de las sanciones occidentales contra Rusia por la invasión de Ucrania, que han utilizado el poder del billete verde americano para perfilar y poner en marcha una serie de represalias que van desde el orden monetario -con el impedimento de uso del sistema de pagos internacionales Swift- al económico financiero, con los topes al precio del barril de crudo ruso y al ámbito geopolítico, con vetos a la transferencia de componentes y chips y material tecnológico que, en el caso de EEUU, han trasladado al mercado chino. 

Todo ello ha ocasionado que el dólar haya perdido el 8% de su peso como reserva de divisas en 2022, según señala Eurizon SLJ Asset, firma de inversión con sede en Londres. Un descenso anual diez veces superior al acumulado en los veinte años precedentes.

En una nota a inversores, Joana Freir y Stephen Jen aseguran que el dólar ha pasado de significar las dos terceras partes del acopio de monedas foráneas de los bancos centrales en 2003, al 55% de 2021 y al 47% en 2022. La erosión de “más calado del billete verde en el mercado” desde el inicio del siglo.

A juicio de Freir y Jen, este retroceso del dólar se ha agudizado “muy en particular desde el inicio de la invasión de Ucrania” y a raíz de “las sanciones excepcionales” contra el Kremlin, lo que “ha propiciado la predisposición de ciertas autoridades monetarias a rebajar sus depósitos de divisas extranjeras”.

Un fenómeno que también han notado expertos de prestigio como el fundador del fondo de inversión Bridgewater Associates, el milmillonario Ray Dalio, para quien las sanciones a Rusia y el embargo tecnológico e industrial de EEUU a China “han elevado la percepción del riesgo sobre activos de deuda que han sido congelados por la weaponización del dólar como arma financiera de destrucción masiva sobre Rusia”. 

La denominada militarización -o weaponización por su terminología en inglés- ha creado cierto malestar en la UE. Por ejemplo, para el presidente galo Emmanuel Macron, para quien Europa “debe cortar su dependencia del dólar” y acabar con la “extraterritorialidad” del billete verde.

Es en este contexto en el que ha irrumpido la fortaleza del yuan, que sobrepasó en marzo pasado al dólar como la divisa más utilizada en las transacciones comerciales transnacionales, según se afirma desde Bloomberg Intelligence. Yellen admitió que “existe un riesgo de que las sanciones puedan reducir la hegemonía del dólar, aunque su liderazgo está asegurado durante un periodo largo de tiempo”. En su opinión, sin embargo, “la eficiencia” de la divisa norteamericana como herramienta sancionadora “crea el deseo de China, Rusia, Irán y otras economías de encontrar una alternativa” monetaria.

Los BRICS se han conjurado para crear una divisa común y, entretanto, varios de ellos, animados por otros mercados emergentes, se han unido a la búsqueda de ese órdago monetario del que habla la secretaria del Tesoro americana. Al menos un póker de ellos, ya han dado los primeros pasos.

Rusia. Acumuló tres veces más yuanes en marzo que en el mes anterior. La divisa china está en el primer lugar de sus compras de monedas extranjeras. Moscú compró 41.000 millones de rublos (538 millones de dólares) en yuanes en marzo, más del triple de los 11.600 millones que adquirió en febrero, y su volumen de comercio yuan-rublo supone el 39% del total.

Brasil. Con la vuelta de Lula da Silva, es uno de los exponentes latinoamericanos de la desdolarización de sus economías y uno de los defensores de una divisa comercial común para los BRICS. Mientras, el Banco Central de Brasil ha situado ya al yuan, al término de marzo, como segunda divisa extranjera preferencial, superando al euro, con la intención de “reducir los costes comerciales” con el repunte de la divisa china en sus reservas.    

Bangladés. Está usando el yuan para pagar a Rusia la construcción de una planta nuclear por un valor de 318 millones de dólares. Ahsan Mansur, director de Policy Research Institute en Asia, precisa que ha sido una “decisión pragmática” que va en “el interés del Tercer Mundo” de querer mantener su “equilibrio de poderes” con EEUU y China ante los riesgos de decoupling.  

Argentina, ha empezado a pagar la factura de sus importaciones chinas, valoradas en unos 800.000 millones de dólares, en yuanes, admitió su ministro de Economía, Sergio Massa, para reducir la dependencia del billete verde americano en sus reservas de divisas internacionales y rebajar “la sobre-especulación” que pende sobre la deuda soberana, denominada en dólares.  

Irán lleva años comerciando en yuanes con China. Desde 2012, con la compra de crudo iraní por parte de Pekín, medida que eludía el embargo estadounidense al petróleo persa. Su uso en la balanza de su comercio bilateral se ha intensificado desde las sanciones a Rusia en el sistema de pagos Swift, que ha impulsado las transferencias a través del modelo alternativo chino. 

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