13 ago 2024

¿Anticipa el colapso bursátil de agosto un periodo de recesión?

Las bolsas cayeron a plomo en el arranque del mes debido a unos datos malos del mercado laboral estadounidense que, según una estadística de una economista de la Fed, anticipa un periodo de contracción de la primera economía mundial, lo que tendría efectos en todo el planeta.

Alex Ordóñez - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce

 

Por norma general los meses de agosto son tranquilos para los mercados bursátiles por la sencilla razón de que muchos inversores están de vacaciones y se olvidan un poco de sus carteras ante la perspectiva de unas semanas de sol y playa o de turismo de interior. Pero dicha norma no se ha cumplido en el presente ejercicio.

Muy al contrario, los últimos días de julio y los primeros de agosto fueron nefastos para las bolsas con importantes caídas en los principales índices mundiales. ¿A qué se debió esta fiebre vendedora? Pues a que el mercado atisba que el famoso aterrizaje suave de la economía que es necesario para bajar la inflación y, con ello, poder impulsar los recortes de tipos no se va a producir. Es más, ahora muchos prevén un nuevo escenario de recesión. Un periodo de contracción económica que está centrado en EEUU, pero al ser este país el mercado director del mundo, lo que allí ocurra se contagia en el resto de las plazas del globo terráqueo.

¿Quiere esto decir que si EEUU entra en recesión le ocurrirá lo mismo a Europa o a Asia? Nada de eso. Pero es evidente que la contracción económica al otro lado del Atlántico se contagie al resto de países desarrollados y emergentes por el efecto de la globalización.

En este contexto, la gran pregunta es: ¿existe un riesgo real de recesión en EEUU o los mercados han sobreactuado al respecto? Responder a esta cuestión exige un análisis previo de los datos que han llevado a los mercados a olvidarse del optimismo y mostrarse tan pesimista con la primera economía de la Tierra.

Digamos que las cosas para los inversores y los economistas empezaron a cambiar tras la publicación de los resultados semestrales de las grandes tecnológicas estadounidenses, las conocidas como las Siete Magníficas. Este grupo de empresas formado por Alphabet (Google), Apple, Tesla, Microsoft, NVIDIA, Meta (Facebook) y Amazon ha marcado el paso de la renta variable a nivel mundial en los últimos años, por lo que unas perspectivas de crecimiento de sus beneficios inferiores a las previsiones de los analistas supuso una mala noticia.

Pero el detonante de las caídas de las bolsas fueron los datos del mercado laboral de EEUU que se publicaron el viernes 2 de agosto. En concreto, el Departamento de Trabajo estadounidense indicó que la tasa de paro aumentó en 0,2 puntos hasta alcanzar el 4,3% y que se crearon nada más que 114.000 nuevos puestos de trabajo, cifra muy por debajo de los 176.000 pronosticados por los analistas. Leídos a nivel trimestral estos datos muestran un alza del desempleo superior a 0,5 puntos porcentuales entre mayo y julio.

Superior dicho porcentaje no es baladí. De hecho, la ley Sahm, que recibe ese nombre por su inventora, la execonomista de la Reserva Federal (Fed) Claudia Sahm, indica que EEUU entra siempre en un periodo de crecimiento económico negativo (recesión) cuando la tasa trimestral de paro crece 0,5 puntos sobre el nivel más bajo registrado en los 12 meses previos. Lejos de lo que pueda parecer esta norma se ha cumplido siempre en las ocho recesiones que EEUU ha sufrido desde 1960. De ahí la importancia que los mercados dieron a los decepcionantes datos del mercado de trabajo estadounidense.

Por tanto, si se tiene en cuenta la ley Sahm y que el dinero es miedoso por naturaleza la caída de las bolsas es compresible ya que anticipa un periodo de contracción de la economía estadounidense, que tendrá repercusión en el resto del planeta y que, además, obligará a la Fed a reaccionar con presteza recortando los tipos de interés a mayor velocidad de la prevista.

En un principio se podría pensar que todo esto es demasiado exagerado a tenor del aumento del paro. Pero tiene su explicación, ya que un impulso notable del desempleo, superior a medio punto en tres meses, supone una oleada de despidos. Esto significa que mucha gente pierde su trabajo, lo que provoca que el consumo disminuye y, por ende, los resultados de las empresas, que para mejorar vuelven a impulsar los despidos. Una espiral que se muerde la cola y que irremediablemente conduce a la recesión.

No obstante, y aunque la reacción del mercado tenga explicación, la realidad es que el momento actual presenta unas características propias que pueden llevar a que en esta ocasión Claudia Sahm se equivoque con sus predicciones. Para argumentarlo, es necesario recurrir de nuevo a los datos del mercado laboral de EEUU, que contabilizan 26.000 despidos en julio. Una cifra que es bastante similar a los 23.700 del mismo mes del pasado año. Por tanto, las extinciones de contratos no son la explicación al alza del desempleo. Dicha razón hay que buscarla en el alza de personas que ahora buscan empleo (jóvenes, inmigrantes). Por tanto, EEUU no está destruyendo empleo sino que el paro aumenta porque ha escalado el número de personas que irrumpen en el mercado laboral.

El tiempo dictará sentencia en los próximos meses y será entonces cuando se pueda estar más seguro de lo que ocurrirá finalmente con la primera economía del planeta, Pero el mero hecho de que los despidos se mantengan en números más o menos similares a los del pasado ejercicio aumenta las expectativas de que una falsa alarma de recesión sea lo que ha llevado a los mercados de renta fija y renta variable a arrancar agosto de forma tan lamentable.

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