01 feb 2023
Un escenario aún exigente por la alta inflación
El alto precio de los alimentos persistirá por la menor producción agrícola y seguirá dificultando la necesaria caída de la inflación. Esto eleva las dificultades para las empresas que deben enfrentarse a un contexto exigente al menos en la primera mitad del presente año.
El dato adelantado del IPC de enero publicado recientemente por el Instituto Nacional de Estadística ha roto la tendencia a la baja que la inflación estaba experimentando tras el verano. En concreto, el IPC general se elevó una décima hasta el 5,8%. Asimismo, la inflación subyacente, que no incluye la volatilidad implícita de la energía y los alimentos no elaborados, se disparó hasta el 7,5%, abriendo una brecha entre ambos indicadores que ni los más viejos del lugar recuerdan.
La razón de ello está en el incremento de los carburantes y en las menores caídas experimentadas por la ropa y el calzado frente al mismo periodo del año anterior. Pero tras la bajada de los costes energéticos, el principal motivo que argumenta el incremento de los precios a pesar de las subidas de tipos de interés en la eurozona y las medidas del Gobierno son los alimentos. De hecho, esta categoría sigue mostrando un vigoroso incremento mayor al 15% en sus precios.
Con todo, el mayor problema reside en que todo indica que los precios en los alimentos seguirán siendo alcistas por el frenazo en la producción. Una caída que el Ministerio de Agricultura sitúa en el 24,6% que, además, se ve exacerbada por un aumento superior al 13% en las exportaciones alimentarias a Europa. Un hecho que se está produciendo por los problemas que algunos países del centro de Europa están teniendo para autoabastecerse por el duro invierno que están pasando. Una situación que encarece la producción en los invernaderos por el componente energético hasta el punto de serles más rentable a estos territorios comprar los alimentos a España que producirlos ellos mismos.
Ambos factores, la escasez de producción y el aumento de las exportaciones, seguirán impulsando los precios de los alimentos en el campo. Un incremento que, al menos, se verá frenado en parte por la medida del Ejecutivo de reducir el IVA o eliminarlo por completo en algunos alimentos básicos. Pero salta a la vista que la situación no invita a pensar en una rápida caída del IPC alimentario. Al menos así lo ve la propia vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño, que fija la primavera como el momento en el que la espiral inflacionista se reduzca en Europa.
España y el resto del Viejo Continente están abocados por ello a sufrir durante los meses venideros un alto IPC. Esto incrementará la presión sobre el Banco Central Europeo que no tendrá más remedio que seguir incrementando los tipos de interés en la eurozona a lo largo de este año, desde el 2% actual hasta superar, según los analistas del mercado, la barrera del 3%.
El incremento del precio del dinero es la principal vía para tratar de controlar la inflación y provocar su caída hasta el entorno del 2%-3% que es el nivel que el eurobanco considera sano para la economía. Pero el camino hasta lograrlo será duro, ya que el alza de los tipos tiene consecuencias directas, tanto en los consumidores como en las empresas. Esto es así porque provoca un incremento en las garantías que las entidades bancarias piden a ciudadanos y empresas para financiarse. Algo que se puede comprobar claramente en las hipotecas, con un euribor ya situado por encima del 3%, lo que encarece los préstamos.
Las empresas también están teniendo que pagar más por lograr capital con el que acometer sus inversiones para impulsar su crecimiento. Unos negocios que por si fuera poco también están y seguirán sufriendo el debilitamiento del consumo, que es una clara consecuencia del alza de los precios, que recorta los presupuestos familiares.
A la vista está que el panorama al que se enfrentan las empresas en este 2023 seguirá siendo exigente por culpa de los altos precios. Con todo, existen factores que invitan al optimismo especialmente en la segunda mitad del año. El primero es que aunque persista, la inflación ya no está en las cotas de dos dígitos de hace meses, lo que hace prever que poco a poco continúe cayendo. Además, la economía española se sigue mostrando sólida a pesar de este contexto. Ambos factores deberían estimular el consumo en la recta final del año, lo que permitirá a muchos negocios salvar un ejercicio fiscal que se presenta lleno de retos.
La buena gestión y la concentración de las estrategias empresariales en los productos y servicios que han demostrado su fortaleza en años pasados se antojan como fórmulas positivas para que las compañías lleven a buen puerto sus negocios en este aún convulso 2023.
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