28 ago 2024

Del éxito empresarial al fracaso… y del fracaso al éxito

Los ejemplos de empresas que se hundieron tras tocar el éxito y de otras que resurgieron de sus cenizas refleja que en los negocios no se puede dar nada por logrado y que siempre se debe estar en guardia para evitar que la competencia sea capaz de hacerlo mejor.

Alex Ordóñez - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce

 

A lo largo de la historia económica y empresarial se han dado muchos ejemplos de compañías que tras triunfar han terminado cerrando y de otras que han sabido recuperarse de una situación financiera muy delicada. Todos ellos evidencian que más allá de analizar la viabilidad de un mercado y de estudiar a la competencia, que es especialmente interesante llevarlo a cabo en los primeros años de vida de una compañía, la supervivencia pasa por la buena gestión y por saber adaptarse a los cambios del mercado.

La historia de las compañías que se analizan a continuación reflejan que todas ellas se equivocaron en alguno de los aspectos anteriormente citados.

Blockbuster, Kodak, Polaroid, o la española Clesa coinciden en no saber anticiparse a un mercado y una competencia que había cambiado y que les obligada a modernizarse. El extinto gigante de los videoclubes no supo ver que Netflix y el surgimiento del vídeo en streaming constituía una amenaza que se podía llevar por delante el negocio, como así fue. A las dos míticas marcas de fotografía las descolocó el salto a la era de la imagen digital que dejó sus máquinas anticuadas y sin demanda. Y la láctea española pasó de triunfar en los años 80 del pasado siglo a caer en el olvido hasta cerrar en 2012. Ello debido a que no supieron competir con dos nuevos rivales, como fueron Puleva y Pascual, que cambiaron el mercado al apostar por la calidad.

Idéntico caso a los anteriores fue también el de Nokia que en un abrir y cerrar de ojos pasó de ser la líder en la venta de teléfonos móviles a prácticamente desaparecer. Todo ello debido a su grave error de no apostar por los dispositivos táctiles que arrasaron tras la irrupción de Apple en el mercado de la telefonía.

La mala gestión, en cambio, fue lo que condenó a dos aerolíneas españolas y a un legendario fabricante de camiones. Se trata en concreto de Air Madrid, Spanir y Pegaso que no supieron aprovechar su éxito de ventas para poner las finanzas a punto. Todas ellas acabaron quebrando al ser incapaces de hacer frente a los elevados endeudamientos que presentaban.

Estos ejemplos reflejan que si bien es cierto que los primeros años son siempre los más difíciles para cualquier negocio (no en vano el 50% de las aventuras empresariales termina antes de alcanzar su quinto año de vida), también es verdad que nunca se debe bajar la guardia. Por fortuna, la existencia de casos de compañías que resurgieron de sus cenizas para convertirse en nuevos gigantes también es bastante numerosa.

El caso más sonado es el de Apple, que pasó de estar casi en la quiebra en la década de los 90 a ser una de las empresas más grandes del mundo por capitalización bursátil. Curiosamente siempre se ha dicho que el gran salvador de esta compañía fue Steve Jobs cuando regreso a la misma para cambiar el paso de la firma e impulsar una innovación que la ha llevado a lo más alto. Pero aunque la influencia de Jobs fuera capital, pocos recuerdan que fueron los 150 millones de dólares que Microsoft invirtió en títulos de Apple a finales de los años 80 los que realmente permitieron a la firma de manzana esquivar la quiebra. Por lo visto, dicha acción no fue una muestra de solidaridad, que no suele abundar en los negocios, sino que a la propia Microsoft le interesaba que Apple siguiera existiendo para esquivar las acusaciones de monopolio que empezaban a pesar en la compañía fundada por Bill Gates.

Marvel también representa con claridad que nunca se debe tirar la toalla. Esta firma fue el mayor gigante mundial de los cómics (con permiso del Manga japonés y de la editorial Bruguera en España) durante las décadas de los 70 y 80 del pasado siglo. Pero, poco a poco, las ventas fueron cayendo y a finales de los 90 sus acciones se habían hundido más de un 90% en bolsa respecto a su máximo histórico. La empresa fue salvándose año tras año de milagro hasta que empezó a firmar acuerdos para producir películas basadas en sus personajes. El gran cambio llegó con uno de esos acuerdos llevado a cabo en 2005 con Merrill Lynch. Dicha pacto y la posterior compra de Disney en 2009 catapultaron a Marvel hasta ser, de nuevo, un gigante pero ahora en el campo audiovisual, con infinitas sagas de éxitos cinematográficos que tienen a sus antiguas creaciones como personajes principales.

La juguetera Lego también estuvo cerca de desaparecer tras pasarse de innovación, tanto en sus populares piezas como en la diversificación del negocio con parques temáticos, por ejemplo. La solución en este caso fue fichar a diseñadores que fueran fieles seguidores de la marca. Eso permitió a Lego renacer.

Al contrario de la creencia popular, Netflix también pasó por graves problemas en el pasado, que casi condenan al cierre a la compañía. Fue en 2011, cuando la compañía decidió impulsar sus precios de forma repentina, lo que la hizo perder un aluvión de clientes y ver como sus acciones se hundían un 75%. Parece que la firma aprendió de aquella lección y desde entonces no ha vuelto a cometer un error estratégico de semejante magnitud.

Esta serie de ejemplos muestra que el miedo al fracaso debe existir siempre, ya que solo así un empresario podrá esforzarse en evitarlo. Pero también es importante saber ver que en muchos casos es posible salir de un bache.

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