Las grandes tecnológicas inician destrucciones masivas de empleo

Las big techs se atascan. Por supuesto, siguen siendo las grandes dominadoras de los mercados, las sucesoras de las blue chips -multinacionales de larga tradición hegemónica- y las estrellas de las últimas crisis, la financiera de 2008 y la Gran Pandemia de 2020, de las que han salido airosas en rentabilidades, en capitalización bursátil, ampliación de ventas y diversificación de líneas de negocio y, por supuesto, en creación de empleo e innovación tecnológica. De hecho, las Big-Five americanas -Alphabet (la matriz de Google), Amazon, Apple, Meta (Facebook) y Microsoft- hace tiempo que arrinconaron a las supermajors petroleras o a Coca-Cola, Disney, PepsiCo, Walmart, General Electric, IBM o McDonald's -entre muchas otras- desde su lejana y última estampida bursátil, la bautizada como puntocom, de comienzos de este siglo.

Pero las tornas parecen estar cambiando. Mark Zuckerberg, el dueño de Meta y fundador de la red social Facebook, despidió a 11.000 empleados a mediados de noviembre, decisión saludada por los inversores con una eufórica subida de sus acciones -la jornada de su anuncio- del 3,5%, en pleno annus horribilis con un retroceso de su valor bursátil del 70% entre enero y octubre de 2022. Zuckerberg ya abanderó a los primeros espadas del espectro tecnológico de Silicon Valley en su negativa a abandonar la presencialidad laboral durante la crisis sanitaria de la Covid-19. Bajo el argumento de que, si sus empleados ahorraban en sus alquileres o compras de viviendas por no desplazarse varios kilómetros de las oficinas centrales, en cuya órbita territorial persiste desde hace décadas una auténtica burbuja inmobiliaria, verían reducidas también sus nóminas. Una especie de compensación quid pro quo que dejaba claras evidencias de su rechazo a toda fórmula de teletrabajo, sea híbrida o no. 

Otro emporio, el de Elon Musk, ofrece también señales de destrucción de empleos. En PayPal, primero, en Tesla después y ahora en Twitter, donde varias fuentes próximas al magnate insisten en que los expedientes de regulación acabarán afectando a la mitad de los 7.500 empleados que la enseña del pájaro azul tiene desplegados por todo el mundo. Sólo dos días después de que se materializara su astronómica operación de adquisición por valor de 44.000 millones de dólares, varios miles de ellos recibieron el escueto y dramático mensaje de su salida del mercado laboral, sin atender a legislación laboral alguna, y pese a que anunciantes como L'Oreal, General Motors, General Mills, Audi, Volkswagen o Pfizer se apresuraron a alertar que dejaban la plataforma. O a que grandes compañías de publicidad recomendaran de inmediato a sus clientes suspender, al menos de forma temporal, sus espónsores ante las dudas de que Twitter vaya a monitorear contenidos.

A esta predisposición a los despidos masivos, surgidos, según rezan varias encuestas a directivos, de la inminente vuelta a la recesión de EEUU -algo que dan por hecho los analistas después de que el principal PIB del planeta incurriera en dos trimestres consecutivos de contracción entre enero y junio- en los próximos 12 meses, se unen dificultades productivas como las de Apple, que dejará de fabricar al menos 3 millones de iPhones este año y que tan sólo cubrirá puestos prioritarios de su departamento de I+D+i, mientras decide la estrategia a seguir en el corto plazo para reducir costes, avanzan en Goldman Sachs. 

En Amazon, se reconoce que dejarán vacantes puestos corporativos por las “pésimas” ganancias del tercer trimestre -del 15%, por debajo del 37% de 2021- y lo achacan al desplome del 20% de sus acciones, que relega el valor por debajo del billón de dólares; una cotización desconocida desde 2020, al inicio de la epidemia. La compañía fundada por Jeff Bezos ya ha emprendido la expulsión de trabajadores en alguna de sus numerosas divisiones y la congelación de contratos a minoristas. Y se espera que Meta revele su intención de recortar entre 3.000 ó 4.000 millones de dólares sus costes operativos, donde se incluyen los laborales, con vistas a alcanzar su meta de facturación anual, situada entre 96.000 y 101.000 millones de dólares, avisa Mandeep Singh, de Bloomberg Intelligence Analyst en una nota a inversores.

Todos estos botones de muestra señalan a un dilema laboral en EEUU. El que piensan, por un lado, los directivos que, según las últimas encuestan a gestores de empresas, que achacan a sus empleados esta fase de relajación productiva. O a las manifestaciones de descontento por la no actualización de sus salarios o a las reminiscencias de la Gran Renuncia, el fenómeno por el que más de 50 millones de estadounidenses han descartado acceder a vacantes laborales o decidido abandonar sus puestos de trabajo por juzgar que sus rentas anuales no satisfacen sus objetivos de calidad de vida y que, paradójicamente, pese al escenario de recesión, continúan dentro del el subconsciente colectivo americano, por otro. 

Esta tendencia es general, pero se está concentrando, en el tramo final de 2022, en la industria de las nuevas tecnologías. Lyft, una app de transporte compartido muy usada en todo EEUU, ha expulsado a 700 empleados la última semana de noviembre, y el gigante de las fintechs Stripe ha hecho lo propio sobre el 14% de su plantilla, en medio de amenazas de más despidos, admiten varios documentos internos de sus fundadores. También la plataforma de financiación colectiva GoFundMe acaba de dejar sin trabajo a 94 empleados, el 12% de su equipo, de sus áreas de comunicación, servicios al cliente, marketing y de organización corporativa y seguridad.