
El tamaño de la empresa es indiferente en este caso. Cualquier negocio ha pasado, pasa o pasará por una crisis de imagen. Y más en los tiempos que corren en los que un simple tweet puede hundir una marca en pocos días. Si no se lo cree, basta con ver los resultados de un estudios de la consultora ODM en la que se asegura que el 60% de los directivos de una firma han soportado un problema de estas características. Pero lo peor viene con el porcentaje del
70%, que es el número de empresas que pierden negocio por una mala gestión de la comunicación.
La importancia de saber gestionar una crisis reputacional es clave. De ahí que las grandes empresas tengan equipos enteros (internos o externos) dedicados a saber cómo
salir de estas situaciones de apuro. Pero, ¿qué pasa con las pymes? Por desgracia, los pequeños todavía tienen mucho camino que recorrer en este sentido. Desde aquí vamos a tratar de dar unas pinceladas para elegir
la mejor estrategia a seguir de cara a resolver una cuestión que puede ser fundamental para el futuro de la compañía.
Dar la callada por respuesta es una mala elección En este punto no hay discusión. Todos los expertos en la materia aseguran que una compañía afectada debe afanarse en dar una
respuesta rápida a los problemas. Por tanto, la obligación de cualquier emprendedor es la de contestar a un comentario que afecte negativamente a nuestra imagen corporativa. En este sentido, el tiempo juega en nuestra contra.
Si no se dice nada desde la empresa, se da pábulo a que los rumores crezcan sin cesar. ¿Consecuencia? Lo que ha podido llegar a unos pocos clientes, alcanzará a muchos más. Una cosa no quita la otra y la velocidad tampoco se puede confundir con ofrecer una contestación chapucera. Eso también supone un error importante.
La firma debe asegurarse de que toda la respuesta que da es la realidad. Y si todavía no está a tiempo de explicar el 100% de los detalles del suceso, afirme que está trabajando en ello para ofrecer lo más pronto que sea posible una solución convincente. En los tiempos digitales, una empresa también lo tiene muy fácil para salir al paso de los problemas. Usted no debe dudar nunca en utilizar todos los canales que tenga a su disposición, tanto físicos como digitales.
Sea honesto A pesar de sus medios, los fallos más habituales de las grandes corporaciones a la hora de afrontar la comunicación de crisis suelen deberse a que no son honestos y a que tratan de
esconder la situación. Por desgracia, en casos que afectan a grandes marcas es muy habitual que se borren los textos ofensivos o que la propia empresa se niegue a contestar al teléfono ante las llamadas de los afectados, o de los medios de comunicación, interesados en sacar a la luz el suceso. ¿Por qué actúan así? Pues porque
todavía se sigue pensando que el tiempo es el mejor aliado en estos casos y que las cosas volverán a su cauce normal si no se da publicidad a los problemas. Pero esta estrategia podía funcionar hace tiempo. Ahora,
las redes sociales no dan esa opción. Por eso, la obligación de cualquier emprendedor es la de ser honesto transparente y presentarse ante los clientes como una persona en la que se puede confiar. Si hay un error, se debe reconocer y tratar de buscar remedio. Y jamás borrar comentarios o dejar de contestar llamadas de usuarios descontentos.
Asuma su parte de culpa Echar
balones fuera no es una opción en la comunicación de crisis.
Un empresario debe ser responsable y asumir que el principal culpable de todo lo que suceda en la empresa es él. Da igual que no haya tenido nada que ver con el problema, al final las críticas se dirigirán a su persona. Es necesario actuar en consecuencia y disculparse utilizando cualquier medio que tengamos al alcance. Este mensaje también debe incluir las soluciones que se tomarán en la firma para que la circunstancia anómala no vuelva a ocurrir. Un ejemplo en este sentido lo tenemos en la NBA. Hace un par de años, el propietario del equipo de Los Ángeles Clippers fue grabado lanzando comentarios racistas. Adam Silver, que era el mandamás de la competición, no dudo en disculparse en nombre de la NBA. Además multó al responsable de la acción y le prohibió volver a acudir a un partido durante una larga temporada. Y todo ello, sin tener nada que ver con lo sucedido. Silver lo hizo por responsabilidad y porque el comentario ponía en entredicho una marca con tanto prestigio como la liga profesional de baloncesto americana. Y es que ya lo digo el inversor Warren Buffett en una ocasión. El también conocido como
el oráculo de Omaha afirmó que ?
una marca tarda unos 20 años en construirse un prestigio y una reputación. Pero bastan cinco minutos para arruinar ese trabajo?. No le falta razón. Solo una sabia comunicación de crisis y una pronta y veraz respuesta puede evitar que un problema puntual afecte a toda una vida dedicada al mundo de los negocios. Estamos sin duda ante uno de los mejores
planes de empresa que pueden existir.