16 mar 2022
Lecciones a extraer del boom de los unicornios españoles
Nuestro país cuenta ya con 12 empresas tecnológicas de reciente creación valoradas en más de 1.000 millones de dólares, de las que dos ya cotizan en la bolsa estadounidense. Se demuestra con ello el potencial de crecimiento del ecosistema emprendedor nacional al estar basado en el potencial de los proyectos y no en una burbuja especulativa como en la época de las puntocom.
El ecosistema de empresas tecnológicas de reciente creación (startups) nacional no tiene nada que ver con el que había en los primeros diez años del siglo XXI. Si entonces dicho ecosistema estaba formado por micropymes e infinitas ideas prometedoras que no acababan de salir de los garajes, ahora los proyectos emergentes ganan cada vez más peso en el panorama empresarial español. La mejor prueba de ello está en la mera existencia de unicornios españoles, es decir startups tecnológicas nacionales valoradas en más de 1.000 millones de dólares, y en el alza del ritmo de creación de dichas startups.
Tanto es así que en el inicio de este año se ha producido el hecho sin precedentes de la creación de cuatro nuevos unicornios en el ecosistema empresarial español. Se trata de la agencia de viajes por internet TravelPerk; la firma de paquetería Paack; el marketplace de experiencias y servicios de ocio Fever y la comunidad online de aprendizaje Domestika. Estas nuevas incorporaciones hacen que en la actualidad el número de unicornios españoles ascienda ya a 12 compañías, al sumarse a las ocho que ya tienen esa categoría: Glovo, Job&Talent, Idealista, Cabify, Devo, Flywire, eDreams y Wallbox.
Para que se produjera este salto sin precedentes en el surgimiento de nuevos unicornios durante el primer mes del presente año ha sido necesario que 2022 arrancara con un nuevo récord de la inversión captada por las empresas nacionales. En total, enero cerró con casi 700 millones invertidos en startups españolas. Como es habitual, la mayor parte de ese capital proviene de inversores extranjeros, que han sido fundamentales para que a día de hoy se pueda hablar de unicornios en España. De hecho, en el pasado 2021 el capital foráneo copó cerca del 80% del total invertido en startups nacionales, un porcentaje que triplicó el del año previo y que evidencia el impulso que se está dando en el ámbito de los unicornios.
La primera gran lección que se puede extraer del mero hecho de que España, y no solo Silicon Valley o Israel, pinte algo en el panorama tecnológico mundial está en la innegable capacidad actual que tienen las compañías jóvenes españolas para captar dinero y retener talento. ¿Quiere esto decir que nuestras innovadoras ideas actuales son mejores que las de hace quince o veinte años? Quizá no. De hecho, todo apunta a que el actual es el momento perfecto para impulsar proyectos tecnológicos. Más aún ante el salto digital acelerado que el mundo está dando por la pandemia de coronavirus.
Por ello, los emprendedores deben ser conscientes de que es difícil que exista otro momento mejor que el actual para convertir esa idea de garaje en un proyecto empresarial capaz de atraer millonarias inversiones. Ese voraz apetito inversor también es positivo para que todas aquellas tecnológicas con opciones de convertirse en unicornios exploren otras vías de financiación, como la de salir a bolsa. Ya se comenta que unicornios españoles como Job&Talent, Wallbox y Fever ya empiezan a platearse dar ese paso para impulsar aún más su crecimiento con la captación de nuevos recursos para financiar proyectos.
Quizá esto pueda seguir sonando a ciencia ficción, pero el hecho de que ya haya dos unicornios nacionales en el parqué estadounidense es la mejor prueba de que el ecosistema emprendedor nacional no tiene ya nada que envidiar al de otros países tradicionalmente más punteros en el ámbito tecnológico. La plataforma de pagos Flywire, fundada por el emprendedor valenciano Iker Marcaide, ha sido el último unicornio nacional en debutar en la bolsa estadounidense. En concreto, lo hizo en mayo de 2021 en el selectivo tecnológico Nasdaq. Esta incorporación aumentó el valor de la firma hasta superar los 3.000 millones y tras su colocación en bolsa estuvieron algunos de los bancos de inversión más importantes del mundo, como Goldman Sachs, JP Morgan, Citigroup o Bank of America.
Pero el verdadero honor de ser el primer unicornio en figurar en Wall Street es para Wallbox, firma especializada en aportar soluciones para la recarga de vehículos eléctricos. Arrancó con una valoración de 1.300 millones de dólares y tras la colocación obtuvo más de 200 millones para seguir impulsando su crecimiento internacional.
Lo visto hasta ahora nos muestra que a las startups españolas ya se las toma en serio hasta en EEUU, lo cual es positivo. Pero, además, los inversores están dispuestos a invertir cantidades millonarias para impulsar su crecimiento, lo que quiere decir que confían en su modelo de negocio y en sus perspectivas futuras. Con todo, lo más importante es que el momento actual no tiene nada que ver con el de inicios de este siglo, que terminó generando la burbuja de las puntocom, de infausto recuerdo para muchos inversores. Entonces, cualquier empresa que sonara a moderna acaparaba inversiones aunque detrás de sus rimbombantes nombres no hubiera una estrategia empresarial sólida. Ahora no ocurre así. En estos momentos, si se invierte en una empresa es porque se confía en su estrategia.
Esto último es la lección más clara que se debe extraer del auge de los unicornios españoles. El hecho de que capten capital evidencia su extraordinario potencial de crecimiento, lo que debe también servir de ejemplo para que de una vez por todas el emprendedor tecnológico español pierda ese complejo de inferioridad que todavía arrastra frente a sus homólogos de otros países.
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