29 nov 2022
Por qué es importante para una pyme su producto mínimo viable
El método lean startup ofrece a una empresa la posibilidad de ir aprendiendo sobre la marcha para ir comercializando productos que cada vez respondan mejor a las necesidades y a las exigencias de los consumidores. Entre las variables clave que utiliza esta estrategia destaca la del producto mínimo viable, que potencia la obtención de datos de gran valor sobre los consumidores desde el mismo momento en que un producto en sus versiones más incipientes se pone a la venta en el mercado.
Normalmente, en los medios de comunicación aparecen los casos de empresas que tuvieron éxito en su proyecto de negocio y hoy mantienen una posición de liderazgo en su sector correspondiente. Sin embargo, tristemente eso no es lo habitual, hasta el punto de que solo alrededor del 10% de las compañías que inician su actividad sobrevive a los primeros doce meses de vida. Por ello, es crítico que desde los momentos iniciales de una startup, los emprendedores, en paralelo a la gestión del negocio, pongan en marcha otra serie de iniciativas destinadas a aumentar sus probabilidades de éxito. Por un lado, desde el punto de vista financiero, es clave la gestión eficiente de la tesorería, de modo que se cuente en todo momento con la liquidez suficiente con la que atender los pagos a corto; por el otro, es crítico analizar la propia viabilidad en el mercado de la oferta de productos que se comercializa, para lo que resulta fundamental el análisis de ciertas magnitudes, como es el caso del producto mínimo viable.
Catalizar el crecimiento
En realidad, el producto mínimo viable (MVP, por sus siglas en inglés) aporta información de gran valor para saber cómo está respondiendo el mercado a los productos que ha puesto en circulación la empresa. Si se ejecuta una estrategia adecuada, el uso de este tipo de métricas puede contribuir decisivamente a acelerar el crecimiento de una compañía.
Entre las múltiples estrategias con las que pueden contar los gestores de una organización, una de las que mayor éxito están teniendo en los últimos años es la del método lean startup, que consiste a grandes rasgos en diseñar sobre el papel un proyecto que, en una segunda fase, se pone en marcha con elevadas posibilidades de éxito gracias a que es retroalimentado de un modo continuo por los clientes. A través de este sistema, los emprendedores van aprendiendo en todo momento sobre la marcha, gracias a que se van lanzando propuestas sobre los productos o los servicios cuya aceptación por parte de los usuarios se va testando permanentemente. De este modo, se acortan sobremanera los ciclos de desarrollo a la vez que disminuye el riesgo inherente al lanzamiento comercial de cualquier bien.
Dentro de la metodología lean startup, uno de sus elementos más relevantes es el del producto mínimo viable (MVP), que es la versión más simple de un nuevo producto que incorpora las características básicas precisas para intentar satisfacer las necesidades de los clientes. Gracias a su rápida comercialización, los gestores de la pyme pueden recopilar información de gran valor, sobre todo debido a la actitud de los primeros compradores (que reciben la denominación técnica de early adopters). Con estos datos, es posible mejorar el producto en sucesivas versiones y, con ello, llegar a un número mayor de usuarios e incrementar su nivel de satisfacción y de fidelización.
Claves del MVP
En realidad, el producto mínimo viable no es más que un prototipo del producto final que comercializará finalmente una entidad, ya que se limita a incorporar parte de las funciones que tendrá. Sin embargo, gracias a él el emprendedor podrá ir implementando mejoras que permitan cumplir a medio y a largo plazo con sus planes de negocio.
Si se aplica de un modo adecuado, favorecerá que se optimicen mejor los recursos con los que cuenta una compañía, reduciendo los tiempos de análisis y posibilitando que se logre una posición de mercado de liderazgo en un periodo de tiempo corto. Además, los gestores de la organización consiguen información más precisa y con un mayor valor añadido sobre su público objetivo, lo que permite que se pueda pulir y adecuar con una mayor eficiencia el plan de marketing. El MVP también ofrece datos de suma importancia sobre el potencial de crecimiento de un negocio y en relación a su rentabilidad, lo que es muy relevante a la hora de conseguir nuevos socios o financiación con la que optar a un crecimiento orgánico de la entidad.
Para que un proyecto de MVP tenga éxito, debe organizarse en tres pasos:
- Diseñar un producto que recoja las características iniciales que conoce una empresa sobre sus posibles usuarios.
- Analizar el rendimiento comercial de las primeras pruebas que se ponen a disposición del público.
- Aplicar los resultados que se van obteniendo en cada prueba sucesiva para llegar al producto final que responde a las necesidades y exigencias de los clientes objetivo de la compañía.
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