La vuelta al trabajo tras este verano puede ser algo más dura que en años anteriores sobre todo para las empresas exportadoras. Quienes hayan estado desconectados del mundo exterior durante sus días de asueto descubrirán, con pesadumbre, que en los últimos días del mes de agosto los vaivenes sobre las divisas se adueñaron de los titulares de prensa. La noticia más llamativa ha sido la fuerte
devaluación sufrida por la rupia india que ha caído un 22% respecto al dólar estadounidense. No es una excepción. La pérdida de valor también está dañando a otras monedas de países emergentes como rublo ruso, que se ha depreciado un 8,9%, la lira turca e incluso
el real brasileño, que ya vale un 15% menos que antes del verano. Estos datos han disparado las alarmas sobre el
final de la época de vacas gordas en los países emergentes, pero más allá de los preocupantes riesgos macroeconómicos, las pymes exportadoras tienen motivos sobrados para preocuparse por esta situación. India y Brasil han sido dos de los destinos preferidos por las empresas que querían abrir sus mercados durante los últimos años, dado el fuerte potencial de crecimiento que les auguraban los economistas. Pero parece que la fiesta toca a su fin, y los desequilibrios económicos están presionando a la baja a sus
monedas. En realidad, la devaluación es también la herramienta más fácil a la que pueden echar mano los gobiernos para estimular su economía y facilitar las exportaciones de las empresas nacionales. Al mismo tiempo
es una de las decisiones que más daño puede hacer a las empresas extranjeras que tienen negocios en esos países, ya que el principal objetivo de las devaluaciones es estimular el consumo interno y
frenar la compra de productos extranjeros. De esta forma, muchas pymes españolas han podido encontrarse con un aciago panorama tras la vuelta del verano al ver que los negocios de exportación que tenían con esos países emergentes se han visto deteriorados por las decisiones políticas. Hasta tal punto, que una empresa exportadora podría estar obligada a dar pérdidas incluso cuando la operativa del negocio esté en situación positiva. Es decir,
con la misma actividad se puede estar perdiendo dinero. En principio este
riesgo, el del tipo cambio de la divisa, debería estar previsto en los planes de negocio de cualquier proyecto exportador. Pero las estadísticas demuestran que no siempre es así ya que más del 44% de las pymes exportadoras actúan como "espectador pasivo" y desesperado ante las oscilaciones de las monedas y olvidan que
es posible cubrirse de estos contratiempos con lo que los expertos llaman una gestión activa del riesgo de divisas. Existe una variada gama de productos derivados para este fin. Entre los más destacados están:
Seguros de cambio. Es la operación financiera más simple para esquivar los riesgos del cambio de moneda en las operaciones de exportación. Y consiste en asegurar la compra-venta a un tipo fijo.
Forward. Con este producto se fija además del tipo de cambio al que se va a realizar la operación de compra-venta, la fecha en la que se va efectuar la misma. Ambas partes están obligadas a cumplirlo y no se puede revender o transmitir a otros. A partir de aquí, la oferta se complica con productos derivados más sofisticados (y más caros) que permiten al exportador,
además de cubrirse del riesgo de tipo cambio, aprovechar las fluctuaciones de las monedas en las que trabaja la empresa. Es conveniente que este tipo de operaciones queden a cargo de los departamentos de tesorería ya que se negocian en los denominados mercados opacos (
Over the counter, (OTC) en su denominación anglosajona), donde los precios se acuerdan directamente entre las partes, por lo que conviene estar familiarizado con su terminología y estrategias de negociación. Es el caso de las
Opciones. Estas ofrecen el derecho a comprar o vender una divisa a un precio determinado y para ello hay que pagar una prima. La ventaja de las opciones es que son un "derecho" y no una obligación, así que llegado el momento de su vencimiento se pueden ejecutar o no, en función de lo que sea más interesante para el propietario. Otra posibilidad de cubrir el riesgo de cambio son los llamados
swaps de divisas. Es decir, transacciones en las que dos partes desean intercambiar su principal en diferentes monedas, por un periodo de tiempo acordado. Cuando vence el contrato, el intercambio se realiza al tipo de cambio del momento de firmar el contrato, entre otras ventajas durante el tiempo que dura el mismo se pagan intereses recíprocos.