29 may 2023
¿Cómo afecta a España la recesión de Alemania?
El gripaje de la locomotora de la UE lastra el sector exterior, la inversión y el turismo de España. Pero, por contra, también puede acelerar el fin de las subidas de tipos del BCE en la eurozona, lo que supondría un acicate para la economía de la UE, siempre con el permiso de la inflación.
Alex Ordóñez - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce
Un país entra en recesión técnica cuando sella dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo. Pues bien, eso es lo que acaba de protagonizar Alemania, que terminó el periodo entre octubre y diciembre con una caída del PIB del 0,5% y ha arrancado el presente ejercicio con otra pérdida del 0,3% entre enero y marzo. La razón de este mal desempeño está en el desplome que ha experimentado el consumo en el país (-1,60%) y en la debilidad que sigue presentando su industria, que es muy intensiva en consumo de energía.
A priori esto no es algo negativo pero el hecho de que Alemania cometiera el grave error de ser dependiente desde un punto de vista energético de la Rusia de Vladimir Putin ha condenado a su sector manufacturero a sufrir un alza de precios de la energía mayor que en otros países de Europa (como es el caso de España), lo que está impulsando el precio de los productos y ahondando en la crisis de consumo que el país vive por la alta inflación. Por el contrario, países que no dependen de Rusia para su suministro eléctrico presentan menos problemas y muestran tasas de crecimiento más sólidas. Ejemplos de ello son Portugal, España e Italia, con incrementos del PIB en el primer trimestre del año del 1,6%, 0,5% y 0,5%, respectivamente.
Con todo, lo más importante desde el punto de vista de España y su tejido empresarial es saber cómo afectan a nuestro país los problemas económicos de los germanos. Para empezar es importante tener presente que Alemania es la primera economía de la Unión Europea, por lo que su mal desempeño afecta a la eurozona en su conjunto. Es evidente que si el motor alemán gripa, toda Europa sufre sus consecuencias desde un punto de vista económico.
Pero en el caso concreto de España, el problema reside principalmente en que Alemania es el segundo mayor destino de nuestras exportaciones, después de Francia. En concreto, Alemania importa 34.000 millones de euros al año, lo que supone prácticamente el 3% del PIB nacional. Por tanto, un menor crecimiento de Berlín provocará una lógica disminución de los pedidos que el país realice de los bienes y servicios españoles. Esto supondrá un duro contratiempo para nuestra balanza comercial, que en los primeros meses del año había experimentado una notable recuperación respecto al pasado año, que terminó en negativo (más importaciones que exportaciones).
Las empresas que tengan en Alemania a sus primeros clientes han de considerar que este ejercicio será más complicado desde el punto de vista de los ingresos, por el menor volumen de pedidos que recibirán.
En cuanto al turismo, Alemania es el tercer país que más visitantes extranjeros suponen para España. Una caída en el volumen de llegadas, que sería comprensible por la recesión, pasará factura a un sector que está tirando de la economía nacional.
Una última variable de nuestro PIB que podría verse afectada es la inversión ya que los negocios y familias alemanas realizan desembolsos de unos 50.000 millones al año en España. Un elevado volumen que ahora está en riesgo por el mal desempeño económico actual de Alemania y sus perspectivas negativas de cara a los próximos trimestres del año.
Por tanto, existen pocos motivos para celebrar que a los alemanes les vaya peor que a los españoles. De hecho, solo hay un aspecto en el que, de rebote, toda Europa podría salir beneficiada de la crisis germana, ya que podría acelerar el fin de las subidas de tipos de interés en la eurozona.
Todo el continente está sufriendo en gran medida el nuevo contexto económico creado tras unas subidas de tipos agresivos que han elevado el precio del dinero desde el 0% hasta el 3,75% en menos de un año. Por si fuera poco, el BCE ya ha adelantado en palabras de su presidenta Christine Lagarde que los incrementos se mantendrán tras las próximas reuniones del eurobanco. De hecho, el mercado ya prevé que los tipos alcanzarán el 4,25% durante el verano y que se sitúen en ese nivel durante más de un año. Esto generará un impacto negativo prolongado en la economía. Dichos aumentos pasan factura a la financiación para familias y empresas, ya que la encarece, lastrando el consumo. Y es que solo frenando la economía se pueden bajar los precios (inflación), que es el objetivo prioritario del BCE.
Pero aunque la inflación sea el mayor peligro para el futuro y dicte las decisiones en política monetaria, al BCE tampoco le interesa pasarse de frenada con las subidas de tipos y condenar a los países europeos a una grave crisis económica. Por todo ello, el mero hecho de que Alemania haya firmado dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo en su tasa de PIB puede presionar al banco central para que pise algo en freno en las alzas y el mantenimiento de los tipos en niveles elevados.
Esta es quizá la única consecuencia “positiva” que puede tener la crisis alemana, ya que un fin más cercano a las subidas de tipos sería una gran noticia para las economías europeas. Eso sí, para que eso ocurra la inflación deberá acompañar y seguir mostrando la relajación que se empieza a ver en los datos de IPC de los dos últimos meses.
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