21 oct 2021

Los riesgos de equivocarse en la transformación digital

La digitalización acelerada, sin un estudio sectorial y realizada a base de parches no sirve para nada y puede generar graves problemas de competitividad a todas la empresas que están obligadas a afrontar este proceso.

En fechas recientes, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, aseguraba que “Europa tiene la gran oportunidad de movilizar recursos sin precedentes para invertir en transformación digital”. Sin duda, a la gran jefa de la UE la ampara la razón. Es obvio que los Fondos Next Generation EU son el maná que las empresas necesitan para impulsar su digitalización.

En concreto, una quinta parte de los casi 700.000 millones de la ayuda europea se destinan a transformación digital. En el caso de España, dispondremos de más de 12.000 millones en los próximos dos años para el mismo fin. A la vista esta que el dinero no supondrá un problema para que nuestras empresas afronten el cambio. Tampoco habrá inconvenientes con las autoridades ya que Europa necesita acelerar su digitalización si no quiere perder más comba respecto a otras potencias en la economía del futuro.

 

Y es que la situación del Viejo Continente en cuanto a tecnología es francamente mejorable. Basta con hacer el ejercicio de encontrar firmas europeas que sean punteras en ámbitos como la nube, el big data o la inteligencia artificial. Tampoco hay un gran representante de renombre en el ámbito del comercio electrónico. Y por si fuera poco nuestra privilegiada posición respecto a la industria del automóvil también pende de un hielo debido al retraso que las fábricas comunitarias presentan respecto a la movilidad del futuro (coche eléctrico, autónomo, híbrido, etc.).

 

Por desgracia, la situación de España en esta carrera digital no es mejor que la de nuestros vecinos comunitarios. Así lo demuestra al menos un último informe de Cepyme que desvela que solo el 14% de nuestras pymes cuentan ya con un plan de digitalización.

 

Todo lo anterior evidencia la necesidad europea de subirse al carro de la transformación digital, una revolución que ya estaba en marcha, pero que la pandemia ha acelerado hasta convertirla en inevitable. Obviar este proceso conducirá al Viejo Continente a la irrelevancia en el ámbito económico frente a países como EEUU y China.

 

La Covid, por tanto, ha dejado claro que la digitalización es una obligación para nuestro tejido empresarial, que está formado mayoritariamente por pymes, al ser la única manera que los negocios tienen de mantener la competitividad. Pero no se puede obviar que la transformación digital es un proceso complejo en el que equivocarse tiene un precio muy elevado.

 

No por mucho madrugar amanece más temprano

Uno de los grandes errores que las pymes no pueden cometer es correr demasiado. Ya hemos dicho que la pandemia ha acelerado la irrupción de la economía digital. Pero eso no quiere decir que las empresas salten sin paracaídas al mundo digital. Las prisas nunca son buenas consejeras y en este proceso de modernización tampoco lo son.

 

Para evitar errores que pueden costar caros en el futuro es necesario que las empresas evalúen si están en condiciones de dar un salto cualitativo del calibre al que la digitalización obliga. Quizá esperar unos meses sea mucho mejor que acometer con prisas el cambio de modelo. Y es que como bien dice el refrán, no por mucho madrugar...


No todos los sectores son iguales

Banca, comercio y telecos son algunos de los sectores que están llamados a impulsar más pronto que tarde su transformación digital. Pero eso no quiere decir que la digitalización tenga que ser la principal prioridad en otros ámbitos económicos, como la hostelería o el transporte, por poner un par de ejemplos. Por ello, los emprendedores tienen que realizar un estudio sectorial para saber cuándo, cómo y por qué deben impulsar la digitalización.

 

Los parches no sirven para nada
Otro de los errores más comunes y perniciosos que las empresas pueden hacer es considerar que digitalizarse consiste en instalar aplicaciones más modernas. Nada de eso. La modernización que está exigiendo Europa no se logra con simples parches. Muy al contrario, es necesario que la transformación digital se incluya en el ADN de la empresa para que abarque a todos los departamentos. Solo así se logrará obtener beneficios de la inversión y competir en un futuro contra el resto de firmas en un mercado que ya no es local sino global.

 

Ser autodidacta
Salvo las lógicas excepciones, una empresa no nace digitalizada, sino que se hace. Y para que este proceso tenga éxito hay que saber rodearse de los expertos más adecuados. Aquí no sirve mirar por internet y ser autodidacta. Con esa actitud solo se logrará tirar el dinero. Ahora bien, tampoco se puede obviar que ya en estos momentos existen serios problemas para encontrar trabajadores y docentes con los conocimientos que la digitalización requiere, lo que está dificultado el proceso en muchas empresas. De ahí la necesidad de impulsar las nuevas profesiones tecnológicas que el futuro demanda.

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