09 oct 2024

Empresas rivales pero también socias

Una estrategia basada en alcanzar acuerdos con los competidores es adecuada en ocasiones puntuales, ya que evita inversiones innecesarias y acerca el objetivo que toda empresa persigue de elevar sus márgenes de beneficio. 

Alex Ordóñez - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce

 

El sector de la producción audiovisual ha experimentado un viaje de ida y vuelta en pocos años. La irrupción de las plataformas de vídeo bajo demanda como Netflix, Filmin, Max o Disney lo cambiaron todo. Antes de la llegada del streaming, la industria que desarrolla los contenidos estaba acostumbrada a vender sus programas, series y películas al mayor número de compradores posibles, ya que esa era la forma de lograr la rentabilidad. Por dicho motivo, la serie Cuéntame como pasó, se visionó en muchos países a través de cadenas y empresas que nada tenían que ver con la televisión pública nacional, que es donde se vio en España.

Pero la elevada competencia en el streaming llevó a los Netflix y compañía a buscar diferenciarse mediante contenidos exclusivos que solo se podían ver en su plataforma. Esto provocó que las productoras ya no se esforzaran por negociar con unos y con otros por colocar sus productos en otros países. De hecho, bastaba un acuerdo con Prime, Max o Disney para que dicho contenido se emitiera por todo el mundo, ya que todas estas plataformas están en decenas de países.

Pero en los últimos dos años se ha producido una especie de regreso al pasado, o de periplo de ida y vuelta, en el mundo audiovisual. Las plataformas siguen queriendo apostar por sus propios contenidos. Pero tal estrategia no les permite a las productoras independientes recuperar las inversiones realizadas en la elaboración de las películas, series y programas.

Esto ha provocado que las plataformas compren (o creen) sus propios estudios para seguir vendiendo exclusividad al tiempo que las productoras han vuelto al viejo oficio de viajar por medio mundo para elevar el alcance de sus contenidos.

Este viaje de ida y vuelta demuestra que, en ocasiones, estar solo no es mejor estrategia que la estar mal acompañado. Un ejemplo similar se está produciendo otro sector. En concreto en la industria de las telecomunicaciones. Aunque sea diferente, la finalidad de lo que aquí está ocurriendo también es la misma, ya que refleja la necesidad de llegar a pactos con cualquiera que se ponga por delante.

Veamos. El sector de las telecos es ultracompetitivo y las operadoras luchan por cada cliente hasta las últimas consecuencias. Pero resulta llamativo que algunas grandes compañías “duerman con su enemigo” (como pasaba en una película protagonizada por Julia Roberts en los años 90 del pasado siglo) hasta el punto de convertirle en socio. Telefónica y Vodafone son un claro ejemplo de ello. Ambos gigantes pugnan en varios mercados para tratar de ser el primer operador del país. Pero al mismo tiempo alcanzan acuerdos. En España, por ejemplo, Vodafone alquila a Telefónica su red para llegar a las poblaciones donde el grupo británico carece de infraestructura de comunicación. Al mismo tiempo Vodafone arrenda a operadores virtuales su propia red. En Reino Unido, estas dos compañías también han alcanzado un acuerdo en la misma línea. En este caso, ambas empresas han creado una sociedad participada en igualdad de condiciones para compartir su infraestructura de fibra óptica y acometer las inversiones necesarias para ampliarla.

Los enormes desembolsos que se necesitan para extender las redes de banda ancha por los países en un momento en el que la fibra óptica entierra al ADSL es el motivo que impulsa estos acuerdos. Todas las firmas, por grandes que sean, necesitan obtener rentabilidad de sus inversiones para desplegar las infraestructuras, lo que obliga a llegar a alianzas tan llamativas como las reflejadas en el anterior párrafo.

El sector de las telecomunicaciones demuestra también que, en ocasiones, tu gran rival también puede convertirse en ese socio que un negocio necesita para salir adelante. Las pymes deben tener en cuenta este tipo de acuerdos, ya que dejan patente los beneficios de pactos puntuales y específicos en distintos ámbitos del negocio.

Además, dichos acuerdos no implican que las empresas dejen de competir. De hecho, la lucha sigue siendo encarnizada por cada cliente por mucho que Vodafone y Telefónica se entiendan en otros ámbitos.

La compañía, por tanto, se presenta en distintas ocasiones como una estrategia más oportuna que la de seguir en solitario. Si no que se lo digan al sector de la automoción, que lleva años alcanzando acuerdos con rivales para utilizar las mismas plataformas a la hora de fabricar los coches. De esa forma, se evitan la millonaria inversión que supone el desarrollo de plataformas propias de producción de vehículos. 

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