30 ene 2022

¿El retorno del Estado Islámico?

Combatientes del Estado Islámico asaltaron el pasado 20 de enero la prisión de Ghwayran, en la ciudad de Hasaka, al noreste de Siria. La radiografía del ataque fue similar a otros atentados yihadistas perpetrados en Siria y en algunos países del continente africano.

Primeramente dos camiones cargados de explosivos fueron detonados en la puerta de la instalación y, acto seguido, dos centenares de combatientes armados se adentraron en la prisión, aprovechando el caos. El objetivo del ISIS era liberar a los más de 3.500 yihadistas encarcelados. Tras más de seis días de enfrentamientos que se extendieron a los barrios residenciales aledaños a la prisión, las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) -la milicia kurda que controla la ciudad de Hasaka- han logrado restaurar el orden, en una ofensiva que ha contado con el apoyo de helicópteros y aviones de combate estadounidenses. Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, más de 180 personas han fallecido durante los combates, algunos de ellos civiles. Se trata, pues, de la mayor operación realizada por el grupo terrorista desde su derrota en 2019 en la ciudad de Baguz, su último bastión. En este tiempo la injerencia del grupo terrorista había sido marginal, limitándose a ataques esporádicos en zonas desérticas. La magnitud del asalto, teniendo en cuenta la organización, coordinación y el número de militantes implicados, ha resultado sorprendente. Los expertos temen que el ISIS esté capitalizando el deterioro de las condiciones de vida -como consecuencia de la severa sequía que afecta a la región-, así como las fricciones entre los kurdos y los árabes, para ganar adeptos a su causa.

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