Elecciones vacías

Los comicios constituyen el último capítulo de la construcción de un sistema autocrático, a medida del mandatario. La votación se rigió por la nueva ley electoral que sustituye los partidos por listas uninominales, en su amplia mayoría candidatos alineados con el presidente. Además, la futura Cámara tendrá poderes limitados, tras la reforma constitucional aprobada en referéndum el pasado 25 de julio con una alta abstención, cercana al 70%. Un Parlamento vacío de competencias, sin atribuciones para controlar la gestión del Gobierno. Los partidos de la oposición boicotearon los comicios, al considerar que la votación era una maniobra fraudulenta del presidente Saied para dar una fachada democrática a su gobierno. La Unión General Tunecina del Trabajo (UGTT) el poderoso sindicato al que está adscrito más del 10% de la población también instó a boicotear los comicios. Once años después del inicio de las protestas que desencadenaron la Primavera Árabe, Túnez vuelve a la casilla de salida. El único país de la región en el que había florecido un sistema democrático, vuelve nuevamente a un modelo autocrático, donde el presidente ha desmantelado en apenas año y medio todos los contrapesos que podían constituir una amenaza. Se teme que la involución democrática desemboque en un clima de inestabilidad en los próximos meses, una posibilidad agravada por el creciente descontento de la población por el rápido alza del coste de la vida. La coalición opositora Frente de Salvación Nacional calificó de "fracaso electoral" los comicios y demandó la dimisión del presidente. Abir Moussi, uno de los líderes opositores anunció que su partido “se reserva el derecho de escalar las acciones de acuerdo con los medios legalmente disponibles para imponer la aplicación de la voluntad popular.”