Expulsión del embajador francés

Francia rechazó inicialmente la petición; según algunas fuentes, el embajador podría haber sido expulsado. El deterioro de la relación entre Francia y su antigua colonia se ha acelerado desde septiembre, fecha en la que en Uagadugú tuvo lugar el segundo golpe de Estado en menos de un año, que culminó con una nueva junta militar al frente del país, liderada por el capitán Ibrahim Traoré. Como se recordará, la excusa para deponer a su predecesor fueron los muy limitados avances realizados en contra del terrorismo islamista, que asola el norte del país; Traoré defendía veladamente la contratación de grupos paramilitares, como el ruso Wagner, para luchar contra los yihadistas, tal y como se hizo en Mali (con muy pobres resultados). El todavía tímido acercamiento a Moscú ha sido polémico dado el contexto internacional, pero parece fruto de la desesperación de un gobierno al borde de sus capacidades, tras años de sangrienta lucha contra grupos terroristas que ya controlan casi un tercio del país. Además, ha venido acompañado de un fuerte rechazo, tanto gubernamental como popular, a Francia y todo lo que recuerde al pasado colonial. Cabe destacar que las autoridades burkinesas no han especificado el motivo tras la expulsión del embajador francés, pero esto supone la segunda muestra de hostilidad hacia figuras extranjeras en el último mes, tras declarar persona non grata a una coordinadora humanitaria de Naciones Unidas de origen italiano. En este caso, la ministra de Asuntos Exteriores sí detalló que la decisión vino dada por “haber desacreditado al país y desalentado a posibles inversores” con una publicación en un blog en la que la trabajadora de la ONU señalaba el deterioro de la seguridad en el país. La ministra aprovechó para dejar patente su irritación y destacar los “grandes esfuerzos” del gobierno en pos de mejorar la situación.