Inflación en máximos

Por una parte, el constante recurso a la monetización del déficit público que se exacerbó en plena pandemia. La decisión del Ejecutivo de imponer una de las cuarentenas más largas del mundo obligó al Banco Central a imprimir una cantidad récord de billetes para paliar la crisis sanitaria y económica, al no tener acceso al crédito en los mercados internacionales. Además, al contar con una divisa que se deprecia constantemente, la demanda de dólares se ha disparado. En este contexto se aplican los conocidos como cepos cambiarios o controles de capitales. Para sortearlos, las empresas y los ahorradores acuden a los mercados paralelos, el más famoso de los cuales es el informal, llamado localmente el "blue". Esta práctica está tan generalizada que el “dólar blue" es considerado por muchos argentinos como el referente a la hora de realizar transacciones. A 16 de enero el tipo de cambio oficial es de 180 pesos/$, cuando el del mercado paralelo supera los 360. Todo apunta, tal y como ha señalado el FMI, a que en el corto plazo será necesario "recalibrar" el ritmo de devaluación del peso para garantizar un "tipo de cambio real competitivo" y "superávit comerciales continuos", lo que también alimentará la inflación.  Por último, se achaca también la inflación crónica en el país a las los "grupos concentrados de poder", sobre todo en la producción y distribución de alimentos, que tienen la capacidad de fijar precios. Para evitar este efecto se ha acudido, con poco éxito, a los precios congelados. Por si esto fuera poco, Argentina padece una inercia inflacionaria, que hace que todos establezcan los precios sobre la base de la inflación pasada. Según un informe de la consultora EconViews, "al menos un 40% de la inflación núcleo de un mes se explica por la inflación del mes pasado”. Para combatir la inflación, el Banco Central (BCRA) ha practicado nueve subidas del tipo de interés en 2022, hasta el 75% donde permanece desde septiembre.