08 dic 2024
Reordenación geopolítica
La caída de Bashar Al-Asad constituye un revés durísimo para Irán.
El denominado “Eje de la Resistencia” no solo ha perdido a uno de sus principales aliados, sino que, además, ha desvertebrado al bloque de grupos chiíes, dado que Siria era el territorio que conectaba a Irán e Irak con el Líbano. El denominado “Eje de la Resistencia” no solo ha perdido a uno de sus principales aliados, sino que, además, la caída de Asad ha desvertebrado al bloque de grupos chiíes, dado que Siria era el territorio que conectaba a Irán e Irak con el Líbano. En consecuencia, el suministro de equipamiento militar de Teherán a Hezbolá muy posiblemente se resentirá en el futuro; lo que sitúa a la milicia libanesa en una posición muy debilitada. El colapso del régimen es también un revés muy sensible para Rusia. Además del daño que supone para su capacidad de influir en Oriente Medio, Moscú podría perder la base naval en Tartus y la base aérea en Latakia; infraestructuras militares estratégicas en la proyección de sus intereses en otras regiones, como África Subsahariana. Por el contrario, el derrocamiento de Asad favorece considerablemente los intereses de Turquía. El vacío de poder supone una valiosa oportunidad para ampliar “la zona de seguridad” en territorio sirio; debilitar a las milicias kurdas a través de las Fuerzas Democráticas Sirias; e, incluso, acelerar el retorno de los más de dos millones de refugiados sirios. De igual forma, estos acontecimientos han reforzado la posición de Israel. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, anunció el 8 de diciembre que el ejército hebreo había tomado el control de una zona desmilitarizada en los Altos del Golán, con el objetivo de “crear una zona de seguridad”. El papel que adopten en los próximos meses estas y otras potencias (como Estados Unidos) marcarán, en buena medida, el futuro de Siria.