20 dic 2020
Respuesta contundente
El número total de contagiados de Covid-19 en Guyana es excepcionalmente bajo (6.125 casos a 21 de diciembre, un 0,75% de la población total) si bien todo apunta que estas cifras probablemente estén por debajo de las reales a causa de la falta de medios materiales para hacer un adecuado seguimiento de la epidemia.
El gobierno de Irfaan Ali, en el cargo desde agosto tras una larga pugna con el PPP de Bharrat Jagdeo, ha adoptado numerosas medidas de contención tales como el confinamiento domiciliario, el cierre de comercios y el de fronteras así como la suspensión de las clases. En el plano económico, con el fin de impulsar la recuperación, el gobierno amplió en septiembre el presupuesto con un gasto adicional de 1.600 mill.$ destinado principalmente a apoyar a los sectores industriales, de infraestructuras, a la educación y la sanidad. Como resultado se prevé que el déficit público se duplique este año con respecto a 2019 hasta alcanzar el 6,5% del PIB, si bien el desequilibrio no es muy preocupante gracias a la baja deuda pública (32% del PIB) y a las prometedoras perspectivas de la industria petrolera. Entre las medidas fiscales destacan la eliminación temporal del IVA al material sanitario, el agua, la electricidad, los equipos industriales y los viajes aéreos domésticos y la distribución de 120$ por hogar para aliviar la falta de ingresos. Además, la Corporación Azucarera de Guyana, el buque insignia del sector, será recapitalizado. En cuanto a la política monetaria, el Banco de Guyana ha reducido los requisitos de reservas en 2 puntos porcentuales y los de liquidez en 5 al tiempo que ha concedido una moratoria a los bancos para la clasificación de créditos impagados como morosos. Además, los bancos comerciales realizarán préstamos a tipos concesionales para financiar tanto el fondo de maniobra como créditos al consumo.
El petróleo: la gran esperanza
Como se recordará, durante una exploración submarina, Exxon Mobile, el gigante del petróleo estadounidense, descubrió en 2016 inmensos yacimientos bajo el suelo marino de Guayana. Este descubrimiento se ha convertido en el motor de la política guyanesa actual y en la gran esperanza del futuro del país. Sin apenas haber comenzado la explotación, y pese la caída del petróleo a raíz de la pandemia (el Brent llegó a valer menos de 20$ en abril), El FMI prevé que la economía guyanesa crecerá nada menos que un 26,2%. Con uno de los puntos de equilibrio más bajos del mundo, estimado por debajo de los 40$ por barril, se espera una producción diaria de 750.000 barriles a partir de 2025. Igualmente, las reservas suponen unos 8.000 millones de barriles en la actualidad, si bien se espera que aumenten a medida que avance la exploración. Esta combinación de factores implican que Guyana pasará a ser uno de los países referentes de la industria: en 2028 se convertirá en el undécimo productor mundial con una extracción de 1 millón de barriles al día. Ahora bien, la situación no es tan idílica como parece. Como viene siendo habitual cuando comienza las actividades de prospección y explotación del oro negro, ya han surgido las primeras disputas con Exxon sobre el reparto de las rentas petroleras. De acuerdo al contrato firmado en 2016, la empresa estadounidense obtendrá un retorno de su inversión que excede con creces lo que viene siendo habitual en el sector lo que ha generado cierto malestar entre amplios sectores de la población. Guyana se quedará con el 52% de todos los ingresos mientras que, de acuerdo al FMI, lo habitual suele ser entre un 65 y un 85%. Por tanto, aunque la situación del país invite al optimismo, el desarrollo de estos nuevos recursos es un desafío que pondrá a prueba la capacidad de Guyana de lograr que la riqueza petrolera se traduzca en tasas de crecimiento mayores y mejoras en el bienestar de la población a medio-largo plazo.