16 ene 2022
Se acabó la fiesta, Boris
Reino Unido vive sumido en una profunda crisis institucional. El propio primer ministro Johnson enfrenta una de las semanas más decisivas para su futuro político tras la filtración de más de una docena de fiestas celebradas durante los meses de confinamiento, cuando el propio gobierno había limitado las congregaciones de personas.
Inicialmente, Johnson negó haber participado en tales celebraciones. Sin embargo, la filtración de fotografías en las que claramente se le identifica le ha obligado a recular y a pedir disculpas frente al Parlamento. La noticia ha sentado como un jarro de agua fría entre la sociedad británica que ha expresado su rechazo ante todo lo ocurrido. El líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, no ha tardado en pedir la dimisión del primer ministro e incluso los miembros de su propio partido han declarado sentirse defraudados. De hecho, hasta el momento se sabe que 6 parlamentarios conservadores han expresado públicamente su rechazo a la continuidad de Boris Johnson como líder del partido. No obstante, el número de diputados que tiene que mostrarse contrario al liderazgo de Johnson ha de elevarse a 54 que habrán de remitir una carta al presidente del poderoso Comité de 1922. Dicho comité agrupa a todos los parlamentarios que no ostentan ningún cargo gubernamental, son los llamados backbenchers (asientos traseros), porque ocupan los últimos escaños en Westminster. Sin embargo, ostentan una gran influencia en el partido conservador; se reúnen semanalmente para analizar nada menos que las estrategias del partido. Así pues, de recibir las quejas correspondientes de los representantes tories, se activaría el mecanismo por el que Johnson sería sometido a un voto de confianza; un trámite al que, recordemos, también fue sometida Theresa May.