29 ene 2023
Sin justicia
Como muchos temían, la élite que dirige el país desde hace décadas ha vuelto a maniobrar para entorpecer la investigación judicial que está analizando la explosión que devastó el puerto de Beirut en 2020, una tragedia que acabó con la vida de más de 200 personas y causó 6.500 heridos.
El estallido fue provocado por el almacenamiento en condiciones carentes de seguridad de toneladas de productos químicos en una de las instalaciones portuarias. Buena parte de los altos cargos de la administración, entre ellos el entonces presidente y el primer ministro, tenían constancia del almacenamiento desde 2014 de este material altamente explosivo. El 24 de enero el juez Tarek Bitar reinició la investigación, después de haber estado más de un año suspendida, como consecuencia de las apelaciones presentadas por altos cargos del Estado investigados por supuesta negligencia. Sin embargo, tan solo dos días después, el fiscal general, Ghassan Oueidat, ordenó la puesta en libertad de todas las personas detenidas en relación con la explosión, una sorprendente medida que ha evidenciado el control de la judicatura por parte del establishment. El bloqueo judicial no es nuevo. Otro de los procesos más controvertidos, el que investiga la supuesta malversación de cientos de millones de dólares por parte del gobernador del banco central, está siendo continuamente torpedeado. En este contexto, el juez Bitar se ha convertido en una de las escasas esperanzas de la ciudadanía de desmantelar un sistema esclerotizado, donde la impunidad es la norma. Para muchos Bitar representa la figura de un héroe moderno que amenaza los intereses de la élite, una determinación que muchos asemejan a la lucha entre David y Goliath.