08 dic 2020

Sputnik V, la esperanza rusa

La pasada semana Rusia comenzó a distribuir su principal vacuna contra el virus del covid-19, la Sputnik V.

Si bien los trabajadores sanitarios ya comenzaron a vacunarse en agosto, a la vez que se terminaban las pruebas clínicas, ahora el grupo de población elegible se ha ampliado a profesores y personalidades relevantes como por ejemplo la propia hija de Putin. Pese a que las autoridades rusas afirman que la Sputnik V tiene un 95% de efectividad llama la atención, sin embargo, que se trate únicamente de resultados preliminares y que no se garantice la eficacia de la vacuna en el largo plazo. Por otro lado,  casi un cuarto de las personas que han recibido la dosis han experimentado algún tipo de efecto secundario aunque ninguno de especial gravedad. A todo ello se le suman las dificultades prácticas de fabricación y distribución ya que la vacuna está formada por dos dosis que usan diferentes vectores o portadores de covid-19 lo que quiere decir que se emplean métodos totalmente distintos para su fabricación. Esto no hace sino aumentar la presión sobre las empresas productores que cuentan con unos recursos a nivel de instalaciones y capital humano muy limitados. Además, el último de los desafíos que tiene que salvar la vacuna es, precisamente, el de la falta de confianza de los propios rusos ya que gran parte de la población no quiere vacunarse, un dato muy preocupante para las autoridades que confían en que la Sputnik V pueda frenar la todavía descontrolada expansión del virus; Rusia está reportando cerca de 30.000 nuevos casos al día, batiendo de nuevo máximos históricos. 

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