10 ene 2021
Tímida reconciliación
La presión a cargo de la Administración estadounidense saliente y la mediación kuwaití van a proporcionar a la controvertida presidencia de Donald Trump probablemente el último y uno de sus más importantes éxitos diplomáticos: el deshielo entre Riyad y Doha.
Arabia Saudí ya ha anunciado la reapertura de su espacio aéreo y terrestre a los vehículos y aeronaves catarís, al tiempo que Catar ha retirado las demandas interpuestas ante instancias internacionales contra Riyad por las operaciones militares en Yemen. El desencuentro entre ambos países vecinos se remonta a junio de 2017, cuando Arabia Saudí y sus principales aliados en la región (los EAU, Bahréin y Egipto) rompieron relaciones diplomáticas e iniciaron un bloqueo aéreo y terrestre con Catar, al que acusaron de mantener buenas relaciones con Irán y de dar apoyo y cobertura al islam político, representado por los Hermanos Musulmanes. Gracias a su enorme solvencia financiera, Catar fue capaz de superar perfectamente el bloqueo, abriendo nuevas rutas comerciales y de transporte a través de Turquía y de Irán, al tiempo que aumentaba su autosuficiencia en la producción interna de alimentos que antes eran importados de Arabia Saudí. Aunque el deshielo es evidente, es dudoso que acabe desembocando en una reconciliación plena entre ambos países. Catar no tiene intención alguna de romper lazos con Turquía, que ha abierto una base militar en el país, ni mucho menos todavía con Irán, con quien está condenado a llevarse bien, entre otros motivos porque ambos vecinos comparten el mayor yacimiento de gas off-shore del mundo en aguas del Golfo Pérsico.