08 oct 2023
Terrorismo, ira y dolor
Guerra, de nuevo.
El 7 de octubre la organización palestina de Hamás perpetró el mayor ataque terrorista de la historia de Israel, una operación que ha supuesto un revés mayúsculo para los servicios de inteligencia hebreos y para la sofisticada industria de tecnología de vigilancia. Centenares de milicianos lograron abrir numerosos espacios en la fortificada barrera que separa el enclave de Gaza de Israel, un asalto precedido por el lanzamiento de varios miles de proyectiles y del uso de drones kamikazes. Una vez superada la frontera, los combatientes de Hamás asaltaron más de una veintena de municipios israelíes, disparando a discreción contra la población civil. De acuerdo cona la información oficial, el ataque terrorista ha causado -a cierre de estas líneas- 700 fallecidos y más de 2.300 heridos. A esto se suman las decenas de civiles secuestrados -entre ellos ancianos y niños- por las milicias palestinas. En respuesta a lo que constituye mayor agresión en décadas, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha declarado el estado de guerra. En las últimas horas las fuerzas aéreas israelíes han bombardeado más de 500 objetivos en Gaza, una ofensiva que ha provocado, según fuentes palestinas, más de 500 fallecidos y 2.900 heridos. Las últimas informaciones indican que los ataques aéreos son el preámbulo de una inminente incursión terrestre. El propio Netanyahu aseguró que el país se enfrenta a una “guerra larga y difícil”. Así pues, la realidad ha superado los peores escenarios que se planteaban. Muchos temían que el creciente clima de violencia en Cisjordania, evidenciado en los numerosos pogromos contra la población palestina, pudiera desencadenar una reactivación del conflicto. Sin embargo, el salvaje ataque perpetrado por Hamás ha desplazado el conflicto a una nueva fase de consecuencias difíciles de predecir.