15 nov 2020
¿Tregua duradera?
Tras casi dos meses de enfrentamiento, parece que se ha alcanzado una tregua en el conflicto que mantienen Armenia y Azerbaiyán por el control de la región de Nagorno-Karabaj.
Gracias a la mediación de Rusia, ambas partes acordaron el cese inmediato de las hostilidades y una nueva repartición del territorio. Recordemos que en este tiempo el ejército azerí, mejor equipado militarmente, ha logrado importantes avances y ha recuperado gran parte del territorio perdido en 1994 cuando estalló por primera vez la contienda. De hecho, ha sido precisamente el imparable avance de Bakú lo que ha forzado a Armenia a firmar una tregua ante la posibilidad de que las tropas azeríes llegasen a la capital de Nagorno-Karabaj, Stepanakert. El pacto firmado refleja esta nueva configuración de fuerzas y obliga al gobierno armenio a devolver a Azerbaiyán el control de gran parte del territorio del Alto Karabaj. Destaca, sobre todo, la ciudad de Shusha, la segunda más importante de la región, una importante pérdida moral para Yereván. De hecho, el acuerdo ha sentado como un jarro de agua fría en el país caucásico donde se considera prácticamente una capitulación. Desde que se conociese la noticia, el pasado martes 10 de noviembre, miles de personas han salido a las calles a exigir la dimisión del primer ministro armenio, Nikol Pashiyan que enfrenta la peor crisis política desde que llegase al poder en 2018. Rusia, principal artífice del pacto, asegura que la tregua supone una victoria para ambas partes aunque las concesiones solo sean armenias. Turquía, por su parte, considera este resultado una victoria para Azerbaiyán a quien ha apoyado política y militarmente en la ofensiva. Todo ello permite al presidente turco, Reyycip Erdogan, adjudicarse un tanto importante en materia exterior. No cabe duda, sin embargo, que este no será el último capítulo en un conflicto que dura ya más de 25 años.