15 nov 2021
Cómo afecta a una pyme el repunte de la inflación
El incremento de los precios puede tener efectos letales para muchas empresas si se prolonga en el tiempo. La planificación, la elaboración de planes de crisis y una organización flexible son algunas de las claves para afrontar con éxito esta coyuntura.
La inflación ha superado todas las previsiones en España hasta situarse en el 5,5% anual en octubre, su máximo desde septiembre de 1992, según publicó el Instituto Nacional de Estadística (INE). Los precios habían avanzado un 4% en el mes de septiembre. Electricidad, carburantes y gas fueron los elementos que mayores incrementos de precios registraron. Esta noticia se ha solapado en el tiempo con la revisión a la baja del Fondo Monetario Internacional (FMI) para la economía española en 2021, que prevé que sea del 5,9%, una décima menos que en su anterior revisión.
Este tipo de hechos están llevando la preocupación a varios empresarios y emprendedores, habida cuenta de que parece estar ganando opciones el temido escenario de una estanflación, es decir, vivir en paralelo en una economía un periodo de estancamiento y de crecimiento cero junto con una elevada inflación. Una amenaza que ha ido logrando un mayor peso debido, paradójicamente, a la recuperación económica mundial: el increíble aumento de la demanda global de bienes y servicios ha roto la cadena de suministros, impidiendo que se pueda producir y transportar en tiempo aquello que las empresas y los ciudadanos están solicitando.
Al final, desde la óptica del tejido productivo el peligro es doble: por un lado, el encarecimiento en las materias primas reducirá los márgenes comerciales, al mismo tiempo que peligra la propia recepción de mercancías para poder seguir produciendo y mantener abiertas las fábricas; por el otro, el alza en los precios puede traducirse en una demanda por parte de los trabajadores para ver incrementados sus salarios. En un escenario malo, las empresas pueden ver comprometidas seriamente sus expectativas de beneficio; en el peor de los casos, les puede resultar más rentable dejar parada su actividad para no ver amenazada su propia supervivencia económica.
Consecuencias para una pyme de una inflación desbocada
Aunque es cierto que para una gran empresa multinacional el desbordamiento de la inflación puede traer consigo pérdidas millonarias, en el caso de una pyme las consecuencias pueden ser nefastas desde el punto de vista de la tesorería, con el riesgo de que no se pueda acometer una eficiente gestión del circulante al incrementarse el coste de las materias primas y, en general, de la producción.
En líneas generales, puede hablarse de que la inflación afecta a las pymes en:
- Sus ventas. Con el paso del tiempo, la inflación termina afectando negativamente al consumo, ya que los compradores ven mercado su poder adquisitivo al encarecerse los precios. Al final, se produce un efecto psicológico por el que se privilegia la adquisición de bienes de primera necesidad posponiendo otras decisiones de compra para más adelante.
- Su cuenta de pérdidas y ganancias, o, lo que es lo mismo, aunque se mantenga la facturación gracias al incremento del precio retail, en realidad, se están vendiendo menos unidades de producto, lo que significa un menor margen de rentabilidad. Al no cumplirse con los objetivos financieros marcados, se dificulta el poder realizar inversiones en I+D o en llevar a cabo acciones de recompensa y de estímulo sobre el capital humano.
- La relación con los proveedores. Un encarecimiento general de precios reduce los pedidos a los proveedores y estos, a su vez, ven resentidas sus cuentas, por lo que es probable que tengan que revisar su portfolio de precios al alza. En los casos más extremos, depender de un único proveedor puede afectar seriamente a la producción de una pyme, por lo que es recomendable contar siempre con un plan B e, incluso, con un plan C, para evitar sorpresas desagradables a la hora de poder recibir materia prima de manera estable y a precios razonables.
- Más incertidumbre en la toma de decisiones por parte de la empresa. La inversión en nueva maquinaria, la reforma de las oficinas o la entrada en un mercado internacional son susceptibles de posponerse si la coyuntura es menos proclive de lo habitual. No llevar a cabo este tipo de iniciativas condiciona sobremanera el rendimiento de una organización de cara al medio y al largo plazo.
¿Es posible para una pyme estar preparada?
Sí y no. Es decir, un panorama de inflación desbocada y crecimientos más bajos de lo esperado afecta a todo el tejido empresarial, y si una gran multinacional ve cómo sus planes estratégicos se resienten, es inevitable que, en mayor o menor medida, también le ocurra a una pyme. Sin embargo, sí que es posible trabajar con antelación en intentar minimizar los posibles efectos negativos de esta situación, a través de la elaboración de planes de emergencia en base a distintos supuestos.
Por ejemplo, y centrándose en esta problemática en concreto, una buena alternativa es diseñar contablemente una estructura de control de costes más efectiva, procurando que el coste real de la inflación se transmita lo menos posible al precio final de los bienes y de los servicios. De lograrlo se podrá, por un lado, mantener la demanda y, por el otro, incluso ganar cuota de mercado, al conseguir afrontar con éxito una situación que está afectando a todos los players del mercado. O, lo que es lo mismo, se estaría en condiciones de convertir una mala noticia en una ventaja competitiva.
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