Hong-Kong, Singapur y Zúrich, las ciudades más caras para expatriados

Diego Herranz - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce

En América, Australia y gran parte de Europa, los mercados inmobiliarios siguen boyante a pesar de las subidas de los tipos de interés. En general, en la casi totalidad de la órbita industrializada, porque economías como las escandinavas, en especial, la sueca, ha superado el bache de dobles dígitos con los que sus mercados de propiedad inauguraron las fases alcistas de tipo de interés para frenar la oleada inflacionista surgida en otoño de 2022 con la escalada de la energía.

En abril, último mes contabilizado del indicador global de precios de vivienda de The Economist, el repunte general fue del 3% respecto al mismo mes del año precedente; con EEUU marcando unas subidas federales del 6,5% y Australia o Portugal por encima del 5%. Un ciclo sorprendente si se tiene en cuenta que el dinero permanece en cotas especialmente restrictivas.

Sin duda por este contexto, las ciudades más caras para trabajadores, profesionales y directivos con contratos en el exterior también han elevado los niveles de vida que les demandan por su residencia. El Índice Mercer 2024 que analiza estos costes en función de más de 200 parámetros como el precio del metro cuadrado, del transporte, de la alimentación, ropa o entretenimiento en 226 ciudades de los cinco continentes y que usa Nueva York como base para su evaluación y el dólar a precios constantes de mercado como su referencia monetaria sitúa a Singapur y Hong-Kong como los dos enclaves con mayores grados de carestía para los expatriados.

A estos dos hubs financieros asiáticos -primero, Hong-Kong, y segundo, Singapur- que también lideran la mayoría de las clasificaciones de viviendas con mayores desembolsos per cápita por adquisición y alquiler se une la terna habitual de ciudades suizas: Zúrich, Ginebra, Basilea y Berna. Con siete estadounidenses en el top-20: Nueva York es la séptima, Los Ángeles (décima), Honololu (decimosegunda) y San Francisco (decimotercera), Miami (decimoséptima), Boston (decimonovena) y Chicago cerrando esta lista.

“Las opciones en los costes de niveles de vida han cambiado significativamente e impactan en el modo de organización que las multinacionales ofertan a sus directivos y empleados”, admite Yvonne Traber, analista de Movilidad Global en esta consultora y coautora del estudio. De hecho -explica- “determinan asignaciones de recursos ajustados a las ciudades, recortes discrecionales en los gastos de estancia o incentivos sobre necesidades básicas o productos o servicios que se negocian de manera exclusiva por cada expatriado”. Por todo ello, los profesionales buscan una negociación en bloque que incluyan subsidios a la vivienda o ayudas a sus unidades familiares o a ciertas actividades de ocio o de viajes y desplazamientos internos. 

Nassau (Bahamas), novena; Bangui (República Centroafricana), en el decimocuarto, Dubái (15), Tel Aviv (16), Yibuti (18) se mantienen entre las 20 primeras.

Sídney es la ciudad más cara del Pacífico, en el puesto 58 y Toronto la de Canadá, en el 92. Lejos todavía del 136 peldaño que ocupa Mumbai, que abandera los desembolsos en India, mientras que las dos que cierran la clasificación son la ciudad más poblada de Nigeria, Lagos, en el 225, y su capital administrativa, Abuya, uno por debajo y última, debido a las fuertes fluctuaciones de su moneda.   

Entre las europeas destaca Londres (octava); Copenhague (undécima); Viena (vigésima cuarta) París (vigésima novena) y Ámsterdam, trigésima. En Oriente Próximo, tras Dubái y Tel Aviv surge Abú Dabi (43), Riad (90) y Yeda (97). Dentro de la órbita latinoamericana destaca Montevideo en el puesto 42, seguido del 77 de Buenos Aires, que cae 32 lugares, y Sao Paulo (124). También Santiago de Chile se ha visto relegada 73 posiciones, hasta el 115. Análisis especial merece el mercado mexicano porque ostenta los mayores diferenciales de niveles de vida dentro de un mismo país. Con México DF que sube 46 peldaños, hasta el 33, y Monterrey 40 hasta el 115. 

Las africanas están comandadas por Bangui, Yibuti y Yamena, capital del Chad, en el 21, mientras en Asia, tras Hong-Kong y Singapur, aparecen las chinas Shanghái (23) y Pekín (25), por delante de Seúl (32). Con Karachi (222), la kirguiza Bishkek (223) e Islamabad, 224, como las más baratas para vivir en el exterior. 

En el Pacífico, después de Sídney surgen la capital de Nueva Caledonia (Noumea), territorio galo de ultramar (60); las australianas Melbourne (73) y Brisbane (89). En cambio, las neozelandesas Auckland y Wellington se sitúan en puestos bajos; en concreto, en el 111 y el 145.

El coste de la vivienda es el mayor de los factores que determinan el ranking. Entre 2023 y 2024, la característica ha sido la volatilidad, con “significativas variaciones entre ciudades” mantienen sus autores. Por ejemplo, Estambul ha incrementado su precio inmobiliario en un 301%, frente al descenso del 22% en Tel Aviv o el 10% de Minsk. Los alquileres también han experimentado repuntes notables. Otra ciudad turca, Ankara, los ha elevado en un 141%, por el 21% de Dubái o el 13% de Nueva Delhi o Florida.

La mayoría del top-ten han aumentado sus costes, aunque de forma moderada, entre un 3% y un 8%; salvo Bahamas, cuyos precios han permanecido estables.

Junto al precio también resulta esencial el número de personas que buscan alojamiento y que tiran de la demanda y, por tanto, de los precios, lo que dificultan la gestión y la logística de las firmas con vocación internacional. Por encima de otros como los costes de construcción o de los terrenos edificables. Los empleados necesitan una mayor porción de ingresos para afrontar unos contratos de alquiler o hipotecarios en ciudades especialmente pobladas y con carestías de vida notables, en un periodo de alto voltaje geopolítico y de tensiones económico-financieras que se combina con una búsqueda de talento y de especialización laboral y de habilidades profesionales muy específicas que ha hecho que las áreas de recursos humanos de las multinacionales hayan puesto en liza programas de compensación de gastos en el exterior que incluyen facilidades de pagos, créditos y subsidios para costear los altos desembolsos personales de sus expatriados.