04 sep 2024

India: El peligro de saltarse las etapas de crecimiento económico

La hoja de ruta de un país para impulsar su PIB pasa por transformar una economía agraria en una industrial para pasar a una última dominada por los servicios. Pero dicho camino no lo está realizando India, lo que ya le está generando problemas.

Alex Ordóñez - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce

 

Siempre habrá alguna excepción pero se podría asegurar con una elevada probabilidad de no equivocarse de que el proceso de crecimiento de todos los países sigue siempre las mismas etapas. La primera, por la que todos comienzan, se basa en la agricultura y la ganadería. La segunda es la era de la industrialización y la tercera es la de los servicios.

Es cierto que muchos países están aún por la primera etapa (especialmente en África) y que otros muchos iniciaron hace poco tiempo la segunda (Vietnam en el caso más representativo), mientras que otros han luchado con denodado esfuerzo por abandonar la segunda para entrar en una tercera etapa que le está generando importantes problemas, léase China. Pero también es verdad que existe un claro ejemplo de país que está tratando de pasar de la primera a la tercera era de crecimiento económico, es decir del campo a los servicios, sin pasar por la segunda, la industria.

Nos referimos en concreto a la India. Un país que presenta un impulso económico espectacular en los últimos años, hasta el punto de que lidera el alza del PIB en todo el continente con un notable 7%. Un porcentaje que supera en casi dos puntos al que presenta China, el habitual referente de crecimiento económico en dicha región. Pero más sorprendente aún que el mero hecho de que India ya bata al gigante rojo es que lo está haciendo sin aprovecharse del cambio de modelo de economía china, que ha pasado de las manufacturas al consumo y los servicios. Es decir: al contrario que Vietnam, por ejemplo, la India no está tratando de captar las fábrica que China ya no quiere para impulsar su propio crecimiento económico

Lo demuestra el hecho de que en los últimos años son varios los grandes fabricantes del ámbito del motor que han echado el cierre a sus factorías en India por distintos factores. Entre ellos destacan, Ford, Harley o General Motors. Pero es la comparativa entre India y Vietnam desde el año 2010 lo que explica con más claridad cómo el segundo país más poblado del mundo (en dura lucha con el primero, que es China) minusvalora el peso de la industria en su economía. En dicho año, las exportaciones de materiales electrónicos dejaban unos ingresos casi idénticos en ambos territorios. En concreto, 7.100 millones de dólares en la India por 7.300 millones en Vietnam. Pero diez años después dicha comparativa arroja un resultado muy diferente. Así, en India la facturación por estas ventas al exterior asciende a 10.600 millones mientras que en Vietnam la cifra escala hasta 116.400 millones. Es decir que en solo una década, Vietnam ha sido capaz de superar por 11 veces los ingresos de India por las exportaciones de electrónica.

Este dato evidencia que mientras Vietnam se ha convertido en la nueva fábrica del mundo quitando dicha posición a China, India toma otra hoja de ruta de crecimiento económico. Un camino que tiene a los servicios en el foco del impulso del PIB de India. No en vano, dicho sector ya supone el 55% de la economía del país, mientras que la industria se limita a un 14%, un porcentaje bajo que es similar al de países occidentales, donde los servicios y el turismo son los referentes del crecimiento.

Pero ¿por qué India ha pasado de los bueyes, el arado y la producción de arroz a los servicios, saltándose la etapa de la revolución industrial? Una de sus razones está en la propia idiosincrasia de la mano de obra india, compuesta principalmente por trabajadores que cobran poco, pese a que están cualificados y tienen la importante virtud de ser angloparlantes en su mayoría. Factores todos ellos que han hecho que las grandes empresas de servicios hayan puestos sus ojos en India a la hora de externalizar labores de menor valor añadido, como pueden ser los servicios de atención al cliente.

El perfecto ejemplo de economía centrada en los servicios de telecomunicaciones lo constituye la ciudad de Bangalore, donde se concentran más de 400 compañías de capital indio que se dedican a ofrecer servicios tecnológicos a multinacionales del resto del mundo. No en vano, a dicha urbe ya se la conoce como el Silicom Valley de la India.

A tenor del crecimiento que ahora presenta su PIB (en torno al 7%) el mero hecho de que India haya pasado por alto la era de la industria parece que ha sido un éxito. Pero la realidad es que no es así. El principal problema es que una economía basada en los servicios no permite generar la enorme cantidad de empleos que un país con una población cercana a los 1.400 millones de personas necesita. De hecho, este problema ya se observa en las tasas de participación de la fuerza laboral de India, que se sitúa en el 58%, lo que supone 10 puntos menos que la media que se observa en los países emergentes de la zona de Asia y Pacífico.

Con todo, lo peor para el país es que este problema irá a más ante el impulso demográfico que sigue experimentado. Un auge de población en edad de trabajar que los servicios no pueden soportar por sí solos, debido a que su capacidad de generar empleo es menor que la de la industria de bajo valor añadido ofrece. De hecho, la fabricación de ropa o juguete otorga un volumen de trabajo muy superior al de los servicios IT o a la mera producción de chips, que también está creciendo en India.

India, por tanto, supone un perfecto caso de los inconvenientes que tiene crecer de manera desordenada y sin tener en cuenta que los países siempre deben cubrir las tres etapas: campo, industria y servicios.

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