17 jul 2024

Los déficits de Francia e Italia enturbian la consolidación fiscal de la UE

El retorno del Pacto de Estabilidad tras un largo trienio de displicencia presupuestaria por la Gran Pandemia se salda con 7 expedientes por déficits excesivos.

Diego Herranz - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce

 

El retorno de las reglas fiscales de la UE, al corsé presupuestario del 3% del PIB que establece el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, al que la crisis sanitaria de 2020 otorgó mayor trascendencia a su segundo apellido, el impulso al dinamismo con estímulos económicos, que al primero, el de la consolidación de las cuentas públicas que había regido los destinos de la UE durante el colapso crediticio y el tsunami de la deuda que casi acabó con el sueño monetario del euro, se ha saldado con siete expedientes sancionadores por déficits excesivos. Entre ellos, a la segunda (Francia) y tercera (Italia) economías que comparten divisa y que podrían tener que desembolsar millones de euros en multas comunitarias por rebasar el 3% de desequilibrio presupuestario en relación a sus respectivos PIB. 

“La consolidación fiscal es un requerimiento para todos los estados miembros a corto plazo que se ha restaurado con objeto de devolver la estabilidad en un recorrido de medio y largo alcance, pero debido a los altamente proyectados incrementos de las ratios de deuda y en los esfuerzos por reponer los agujeros presupuestarios” la Comisión “se ha visto en la obligación de iniciar 7 expedientes sancionadores” admite el Ejecutivo comunitario. Además de Francia e Italia, otros 3 socios monetarios -Bélgica, Malta y Eslovaquia- y dos ajenos a la zona monetaria -Hungría y Polonia- conforman la lista negra del Pacto de Estabilidad. Con Rumanía en fase de reprimenda desde hace años.

Pero los mercados han señalado especialmente a París y Roma por ostentar una deuda -el otro gran parámetro de las reglas fiscales y criterio utilizado desde la cumbre de Maastricht de 1991 en el que se dio rienda suelta a la idea del euro- superior al 100% del PIB. Frente al tope del 60% establecido como referente en el orden económico de la Unión. 

Este cortocircuito, esperado, en Francia e Italia, ha hecho saltar las primas de riesgo de ambos socios monetarios que se calcula en función de la relación de sus bonos soberanos respecto al bund alemán, símbolo de la estabilidad financiera en Europa. Hasta 79 puntos en los bonos galos un diferencial de rentabilidad desconocido desde 2017, y 153 en el caso de los italianos, los que más han soportado las embestidas inversoras desde la crisis de la deuda europea, con excepción de las emisiones griegas, antes y después de su milmillonario triple rescate de la pasada década.

El BCE se sumó a esta preocupación y apeló a sus socios a que empiecen a recortar de inmediato sus vencimientos de pagos si no quieren “enfrentarse a otro riesgo fiscal” que unir a los gastos asociados al envejecimiento de sus poblaciones, las partidas en Defensa y los costes del combate contra el cambio climático. Mientras la Comisión enfatizaba que las nuevas reglas fiscales, más flexibles que en el pasado y que facilita la consolidación a cambio de reformas estructurales que se dirigen a potenciar la innovación, la sostenibilidad, la productividad y la competitividad de los distintos patrones de crecimiento de sus estados miembros, recalibran los niveles de deuda y el régimen y protocolos que deben reconducir las cuentas hacia la estabilidad.

Sin embargo, Bruselas se cuida especialmente de trasladar esta permisividad temporal con la disciplina al ámbito sancionador. “Podría reactivarse el sistema de multas de inmediato” y con “carácter de urgencia”. Ante, en cualquier caso, esperarán a que a mediados de septiembre las economías bajo su lupa fiscal entreguen al Colegio de Comisarios sus planes para reducir déficits y deudas en los próximos cuatro años y a que, en noviembre, el nuevo Ejecutivo comunitario dé las pautas para el equilibrio de las cuentas públicas.

Preocupación institucional y del mercado

También las agencias de rating están sometiendo a un exigente escrutinio las políticas de Francia e Italia. Standard & Poor’s, por ejemplo, ha rebajado la nota gala por las dificultades que observa en el recorte de la deuda al 114% del PIB el próximo año. Otra de ellas, Scope Ratings, ha puesto a Italia en cuarentena, con perspectivas negativas, por el repunte de su endeudamiento en 2024, después de la caída hasta el 137% de 2023. Ambos países, junto a Japón -aliados en el G-7- están entre las potencias industrializadas más altamente endeudadas.  

                             

La compleja cohabitación surgida de las elecciones legislativas francesas tampoco ayuda a una reconciliación presupuestaria por parte de París. Aunque, por motivos diametralmente opuestos tampoco la supuesta tranquilidad política de Goergia Meloni en el Parlamente trasalpino resulta un sinónimo de éxito en esta dirección. Porque la primera ministra italiana pretende acometer un caro recorte impositivo sobre los salarios con un cheque para las arcas estatales de 10.000 millones de euros una medida que, paradójicamente, rechaza su socio de coalición y líder de la Liga Norte, Matteo Salvini. 

España y República Checa salieron del examen con un aprobado condicional. Excedieron el 3% y, en el caso español, el 100% de la deuda, pero con una trayectoria de corrección que contrasta con las de Francia e Italia. Aunque el escenario “más grave” para Bruselas es el rumano, con un colapso presupuestario que se ahonda por la baja actividad de su economía”.

Para el BCE las naciones de la zona del euro “deben necesariamente emprender un largo ajuste que les devuelva a los estándares históricos de disciplina”, además de activar mecanismos para una “permanente reducción de sus deudas”. Estas acciones -recalca la autoridad monetaria en un comunicado oficial- “deben poner en marcha con suma prontitud” porque “podrían llegar a entorpecer la rebaja de los tipos de interés”. En opinión de su servicio de estudios, el esfuerzo presupuestario conjunto de los socios del euro “debería corregir en, al menos un 5%, el déficit” en relación al PIB del espacio monetario. 

“La sostenibilidad fiscal ha estado en parámetros anormalmente bajos en los últimos tiempos; es preciso aplicar mayores cuotas de seriedad a medio y largo plazo en déficit y deuda en varios de los socios”, completó la Comisión en su diagnóstico de situación.

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