26 jul 2021
Las nuevas oportunidades en el segmento de las infraestructuras sostenibles
La recuperación abre una ventana de oportunidades para muchas empresas en el segmento de las infraestructuras, bajo los primas de la sostenibilidad, de una mayor eficiencia y de la integración con las nuevas tecnologías.
Hace algunos meses, la Asociación de Empresas Constructoras y Concesionarias de Infraestructuras (Seopan) publicó un estudio en el que aseguraba que las necesidades prioritarias de inversión en infraestructuras en España para esta década rondan los 157.000 millones de euros. De concretarse, servirían para contribuir de manera muy decisiva a la reactivación de la economía (generando alrededor de 144.000 millones de actividad económica inducida), con un retorno fiscal de 77.000 millones de euros y más de dos millones de puestos de trabajo.
La situación de déficit de nuevas infraestructuras no es solo un caso español sino que, en realidad, es una tendencia global. Sin ir más lejos, Estados Unidos, locomotora económica mundial, está muy cerca de aprobar un plan nacional de 1,2 billones de dólares (el mayor desde que el presidente Eisenhower decidiera remodelar las autopistas del país a partir de 1946) para actualizar sus infraestructuras internas, haciéndolas más sostenibles, más seguras y mejor adaptadas a las nuevas soluciones de movilidad.
Algunas de las principales tendencias globales, como el envejecimiento de la población o la preocupación por el medioambiente y la sostenibilidad, cuentan con las infraestructuras como un aliado clave para su desarrollo. Por ejemplo, en los próximos años será preciso ampliar y modernizar toda la canalización de agua para satisfacer las necesidades crecientes de las ciudades o extender toda una nueva red de telecomunicaciones para conseguir el buen desempeño del 5G. Y todo ello por no hablar de la remodelación de muchas carreteras para contribuir al uso de las nuevas soluciones de movilidad sostenible o para construir edificios que se nutran de la energía solar para ser autosuficientes desde el punto de vista eléctrico.
Un informe de la consultora Gartner afirma que es factible que, durante los próximos años, el gasto mundial en infraestruturas crezca a un ritmo cercano al 10%, mientras que desde el Global Infrastructure Hub, en un estudio titulado ‘How the world is facing a $15 trillion infrastructure gap by 2040’, se asegura que el mundo tiene que invertir casi 15 billones de dólares en las dos próximas décadas si quiere sustentar con éxito las necesidades del tejido productivo y, con ello, contribuir a un incremento en el PIB global de siete décimas.
Toda esta nueva realidad ha puesto el foco de interés que tendrá el sector de las infraestructuras para los próximos años.
La decidida apuesta europea
Las consecuencias económicas derivadas de la pandemia global están estimulando el mayor volumen institucional de ayudas que se ha visto en el continente. Más de 1.800.000 millones de euros, repartidos entre el fondo Next Generation EU (dotado con 750.000 millones de euros) y el Marco Financiero Plurianual 2021-2027, a los que se suma el Mecanismo de Recuperación y Resilicencia (MRR), que recibirá alrededor de 672.500 millones de euros.
Después de Italia, España será el mayor receptor de fondos del Next Generation EU, con cerca de 140.000 millones, de los que alrededor de la mitad, de acuerdo al Gobierno, se ejecutará de aquí a 2023. La estrategia de distribución de estas ayudas se guiará por cuatro pilares principales (transición ecológica, transformación digital, igualdad de género y cohesión social y territorial) a los que se suman 10 políticas tractoras. Una de ellas, inspirada en el octavo ODS (industria, innovación e infraestructuras), está centrada en las infraestructuras y en los ecosistemas resilientes, y absorberá el 12,2% del presupuesto total.
Un informe de PwC, con el título ‘Claves e inversiones estratégicas para una España 5.0’ concreta que el país precisa de una apuesta contundente por las infraestructuras inteligentes para adaptarlas a las nuevas demandas de la población y a los requerimientos de innovación de las diferentes industrias. Además, indica que es urgente llevar a cabo una decidida apuesta por la integración de las energías renovables y de la movilidad eléctrica en las grandes ciudades, que sean capaces de atender las necesidades de las nuevas soluciones de car-sharing o, directamente, de recarga de vehículos particulares.
En el caso de los smart buildings, una ambiciosa inversión en su desarrollo contribuiría, según el informe, a que España gestionara mejor elementos como la seguridad, la climatización de los espacios cerrados o una mejor utilización de los sistemas de iluminación, algo que ayudaría decisivamente al control en situaciones de emergencia, como la reciente pandemia por coronavirus. El cálculo es que, aproximadamente, el 90% de los edificios actualmente construidos en España precisará de una revisión parcial o total en los próximos años simplemente para conseguir cumplir con los nuevos estándares de eficiencia energética.
El estudio concreta que se precisan de muchos servicios empresariales para cubrir las necesidades futuras de una economía, como la española que, en 2030, se espera que tenga un 75% de su mix energético basado en energías renovables, con muchas industrias que, en aquel momento, estarán ya plenamente descarbonizadas.
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