13 dic 2023
La digital Estonia registra la recesión más prolongada de Europa
En el trimestre estival el PIB estonio se contrajo un 1,3%, siendo el séptimo en números rojos por la guerra de Ucrania, la ralentización escandinava y el shock energético.
Diego Herranz - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce
El mercado estonio ha vivido en la opulencia casi desde el mismo inicio de su adhesión a la UE y su previa desvinculación de la Unión Soviética. En sus veinte años de integración en el club de socios europeos, su economía se ha convertido en una de las más dinámicas, eficientes, digitales y emprendedoras del antiguo bloque del Este. Sin embargo, a este espacio báltico -como al de sus hermanos de secesión, Letonia y Lituania -primeras repúblicas que lograron independizarse de la extinta URSS-, la tensión geopolítica, la escalada de la energía, la espiral inflacionista y, en definitiva, las secuelas económicas y las sanciones a Rusia por la guerra de Ucrania no parecen haberle sentado nada bien a su tejido productivo.
Por si fuera poco, la actividad entre sus vecinos escandinavos tampoco goza precisamente de buena salud. Este cóctel molotov ha provocado que Estonia marque la recesión más prolongada de todo el mercado interior. De nuevo en verano, entre julio y septiembre, el PIB se contrajo. En este caso, un 1,3%. Es el séptimo receso trimestral consecutivo; casi dos años ininterrumpidos sin rastro de prosperidad. La economía estonia, de 1,3 millones de habitantes, mejora, en todo caso. Ya no exhibe un agujero profundo, como el que mostró en el último tramo de 2021, en el que la economía retrocedió más del 4% en términos interanuales, se encarga de avisar el Banco de Estonia, en cuyo informe se destaca sobremanera la debilidad de un sector exterior que suele enviar gran parte de sus exportaciones a sus vecinos escandinavos, cuyos dinamismos también brillan por su ausencia.
El mercado estonio, de 38.000 millones de dólares, se ha visto perjudicado por la recesión sueca y la más reciente de Finlandia, con sectores inmobiliarios en descensos e inventarios energéticos en caídas libres, lo que ha acentuado sus gastos presupuestarios y reducido sus estímulos tanto a empresas como a hogares.
“En el pasado, cuando Estonia atravesaba una crisis, salía de ella vía exportaciones, pero en la de ahora, este resorte no puede emplearse”, explica Rasmus Kattai, investigador de la institución monetaria estonia. De hecho, “ahora, las ventas al exterior son el problema”, porque tardarán aún “un largo periodo en recuperarse de las dificultades”.
La primera ministra, la reformista Kaja Kallas, se enfrenta a un clima político enrarecido para una nación que ha gozado de un largo periodo de calma. Al recetario de subida de impuestos, recorte de ayudas sociales y despidos en el sector público se une el objetivo de su gabinete de coalición de mantener su deuda como la más baja de los Veintisiete, incluso poniendo en liza la promesa de elevar hasta el 3% del PIB los gastos de Defensa, como miembro de la OTAN y uno de los más intensos azotes de Vladimir Putin.
Ese cúmulo de acontecimientos ha llevado la inflación estonia por encima del 20% y al Partido Reformista Estonio de la premier a remolque de conservadores y de la extrema derecha en los sondeos, después de su holgada victoria de marzo. “Es una etapa de resiliencia extrema” señala Kallas, para la que pedido “mayor capacidad de ahorro” a los ciudadanos para evitar tener que acudir a una mayor presión fiscal o a préstamos caros.
Estonia ha disfrutado, además, de una de las vitolas de digitalización más nítidas de la UE, con una sucesión de startups de éxito como Uber Technologies o su rival Bolt, así como fintechs de la dimensión de Wise. Un salto cualitativo que no ha impedido que su PIB vaya a descender un 2,6% este año, según la Comisión Europea, con un salto del desempleo hasta tasas del 7,3%, una cota desconocida desde la Gran Pandemia. Ni que Fitch Ratings haya rebajado su nota a A+ en julio, por primera vez desde el credit crunch de 2008.
La parálisis comercial e inmobiliaria en la región se ha traducido también en un aminoramiento de los márgenes de beneficios empresariales y del poder adquisitivo de los hogares, agravado por caídas de las divisas de Suecia y Noruega, ha intensificado el repunte de la factura de la luz, encarecido por el aumento de la demanda energética de sus vecinos y de Alemania y que han propiciado, además, la reducción de las inversiones de su sector privado. En especial, los flujos de capital de sus firmas exportadoras.
Mihkel Nestor, economista del banco sueco SEB en Estonia, recuerda que el negocio exportador es uno de los motores tradicionales de un mercado al que aporta desde hace décadas un valor agregado importante y empleo masivo. A su juicio, su desaceleración, como el de su industria inmobiliaria, y las del comercio minorista, “está afectando sobremanera a su coyuntura”. Entre otros aspectos, aminorando la construcción de viviendas. Sin que la inflación dé tregua. Nestor cree que el IPC, pese a su descenso drástico “en comparación con meses anteriores”, seguirá restando vigor al consumo, debido, entre otras razones, al aumento de 2 puntos porcentuales del IVA. Su pronóstico habla de incrementos medios del 4,5% todavía a lo largo de 2024, con el déficit en torno al umbral del 3% del PIB.
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