09 may 2023
¿Por qué los tipos seguirán subiendo en la UE y no en EEUU?
El banco central estadounidense pausa los incrementos del precio del dinero, mientras que el europeo persistirá en las subidas. La razón de esta divergencia está en la mejor salud del sistema financiero del Viejo Continente, lo que supone una excelente noticia para la economía y las empresas.
La primera semana de mayo tuvieron lugar dos importantes reuniones cuyas conclusiones tienen impacto económico a escala mundial. Una ocurrió al otro lado del Atlántico y la protagonizaron los miembros de la Reserva Federal de EEUU (Fed). La otra aconteció a este lado del charco, en concreto en la ciudad alemana de Frankfurt, y estaba integrada por los miembros del Banco Central Europeo (BCE). El objetivo de los dos encuentros fue decidir qué pasos en el ámbito de política monetaria se deben seguir para tratar de controlar la inflación.
Ambos bancos centrales concluyeron que era necesario subir los tipos de interés. De hecho, tanto la Fed como el BCE incrementaron en 25 puntos básicos el precio del dinero. ¿Qué quiere decir esto? Pues simple y llanamente que la inflación sigue estando muy lejos de estar controlada (en el entorno del 2%-3%) por lo que sigue siendo imprescindible proseguir con la alzas de tipos para frenar la economía y el consumo y así propiciar una caída de los precios. No en vano, en EEUU, los tipos están ya en la banda del 5-5,25%. Mientras que en la eurozona, se sitúan ya en el 3,75%. Porcentajes ambos muy elevados. Más aún si se tiene en cuenta que hace poco más de un año (y menos de un año en el caso de Europa), el precio del dinero era del 0% aproximadamente.
A la vista está que el incremento ha sido muy agresivo tanto en EEUU como en la UE, lo que ha propiciado un encarecimiento de los créditos, que ya está pasando factura a sectores claves como el inmobiliario, al elevar el coste de las hipotecas, lo que ya desincentiva la demanda de vivienda. Las empresas también están sufriendo el nuevo contexto al resultar más costoso cualquier proceso de financiación para impulsar su inversión.
No obstante, en las últimas reuniones de los dos bancos centrales más importantes del mundo se han dado algunas diferencias que constituyen noticias positivas para la economía y la empresa de la eurozona. Veamos: tras subir tipos, la Fed abrió la puerta a una pausa en los incrementos. En cambio, el BCE descartó que vaya a pulsar el botón de pause, hasta el punto de que el mercado ya anticipa que el eurobanco elevará aún dos veces más el precio del dinero en 50 puntos básicos en total.
Esta divergencia tiene una fácil explicación, que no está relacionada con el crecimiento económico. De hecho, las perspectivas de PIB a ambos lados del Atlántico no son tan diferentes, por lo que debe descartarse que el peligro de que las alzas de tipos provoquen una recesión en EEUU es lo que ha llevado a la Fed a ser más cautelosa. La razón está en los problemas que el sistema financiero estadounidense está sufriendo en los últimos meses. No en vano, en poco tiempo el mundo ha visto caer tres bancos regionales del país (Silicon Valley Bank, Signature y First Republic), que han sido incapaces de soportar en sus cuentas las consecuencias de las alzas de tipos, que tumban el precio de la renta fija (no así su rentabilidad por cierto), lo que ha descuadrado los balances de las entidades. Esto ha provocado una masiva fuga del dinero de los depositantes lo que ha llevado a la quiebra a los bancos.
Para evitar que esto provoque un efecto dominó en más entidades regionales del país, como ocurrió tras el hundimiento de Lehmann Brothers en 2008, la Fed ha pisado el freno hasta el punto de que los analistas ya juegan con el momento en el que el banco central reducirá los tipos, lo que sitúan ya a finales del presente año.
Pese a este riesgo el BCE se ha encargado de confirmar, en palabras de su presidenta Christine Lagarde y del vicepresidente, el español Luis de Guindos, que aquí en Europa aún no nos hemos librado de más alzas de los tipos. Pues bien, esto constituye una excelente noticia para las empresas europeas y la economía comunitaria. ¿Por qué? Pues porque evidencia con rotundidad la buena salud de los bancos del Viejo Continente, que se han esforzado por dar solidez a sus balances (obligados por la regulación impuesta por el propio BCE tras Lehmann). Un refuerzo en el capítulo de solvencia y reserva de liquidez que permite a las entidades soportar el endurecimiento de la política monetaria en Europa.
Y es precisamente la ya comentada buena salud de la banca (salvo casos puntuales como el Credit Suisse) lo que constituye la mejor de las noticias. Y es que el sector financiero es en realidad lo que mueve la economía por su capacidad de prestar el dinero que las personas necesitan para consumir y las empresas requieren para invertir e impulsar su crecimiento. La carencia del mismo condena a la recesión y a una grave crisis. Eso fue precisamente lo que ocurrió con Lehman, con una caída que dejó al descubierto las vergüenzas del resto de los bancos a nivel mundial, al estar todos expuestos a las hipotecas basura (subprime).
Tras ello, la economía se paralizó por la falta de consumo y demanda interna y millones de empresas tuvieron que cerrar porque no pudieron obtener dinero para pagar tan siquiera las nóminas de sus trabajadores.
Por todo ello, el mero hecho de que a principios de mes, el BCE haya decidido desmarcarse de su homólogo estadounidense es muy positivo para Europa. Aunque tampoco conviene olvidar que tras las reuniones de ambas entidades también han dejado claro que la lucha contra la pesadilla de la inflación aún no ha concluido.
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