27 jun 2021
Elecciones
El segundo país más poblado del continente africano celebró el pasado 21 de junio sus sextas elecciones generales en un contexto enrarecido. El Ejecutivo del primer ministro Abiy Ahmed, en el poder desde 2018, asegura que se trata de la convocatoria más democrática de la historia del país, algo que no resulta difícil teniendo en cuenta que todas las anteriores, a excepción de la de 2005, se celebraron en un escenario que se asemejaba a un modelo de partido único.
La calidad democrática del proceso es difícil de simplificar. En esta ocasión el Consejo Nacional Electoral, el órgano encargado de velar por el correcto funcionamiento de la convocatoria, ha adoptado decisiones contrarias a los intereses del partido oficialista, mostrando una independencia inédita hasta ahora. Del mismo modo, la Corte Suprema permitió a varios opositores arrestados presentarse a los comicios, una orden que se oponía al criterio del Gobierno. Ahora bien, a pesar de estos avances, las elecciones han estado marcadas por la excepcionalidad. En la región de Oromia los principales partidos de la oposición han llamado al boicot, en protesta por el encarcelamiento de sus líderes. Y, en la región de Tigray, donde el gobierno mantiene la ofensiva militar contra las milicias independentistas que inició en noviembre de 2020, la convocatoria se suspendió indefinidamente. Asimismo, las opciones de los distintos candidatos han sido muy desiguales. El partido oficialista ha contado con unos recursos y un espacio en los medios de comunicación notablemente superior al resto de fuerzas políticas. Todo ello dibuja un escenario continuista y, a falta de conocer los resultados oficiales, todo apunta que el primer ministro revalidará su mandato sin grandes dificultades.