10 ene 2021

¿Giro monetario?

La política monetaria turca está experimentando un viraje hacia la ortodoxia que, de probarse duradero, supondrá un importante elemento de estabilidad para la confianza de los inversores.

Tras la dimisión forzada de Murat Uysal, exgobernador del Banco Central de la República de Turquía (BCRT) el pasado mes de noviembre, un nuevo equipo de perfil tecnócrata ha tomado el control de la máxima autoridad monetaria. La reciente decisión de subir el precio del dinero al 17%, ha situado el interés real en territorio positivo, algo no visto a lo largo de 2020. Se trata de la segunda subida de tipos consecutiva desde que el nuevo equipo tomó posesión y que persigue el objetivo de recuperar la credibilidad y la confianza de los inversores internacionales. Es necesario remontarse al año pasado para comprender la relevancia de este giro en materia monetaria. Inicialmente, la virulencia de la pandemia llevó al gabinete de Erdogan a reducir el tipo de referencia en 2,5 pp para evitar que se produjese un shock de crédito que agravase la ya de por sí complicada situación. Sin embargo, a medida que se restauraba la normalidad y se recuperaban ciertos niveles de actividad, las facilidades de crédito propiciaron una suerte de burbuja crediticia que, lejos de salvaguardar la estabilidad, desencadenó notables desequilibrios. La inflación, que en Turquía normalmente se sitúa en terrenos elevados, escaló hasta el 14,6%. Además, la lira cayó en una espiral depreciatoria que la situó el pasado mes de agosto en mínimos históricos y, a final de año, había perdido cerca del 30% de su valor frente a sus dos monedas de referencia, el euro y el dólar. No obstante, la depreciación podría haber sido más severa sin la intervención del Banco Central. De hecho, el esfuerzo por parte del BCRT ha sido tan grande que las reservas netas han caído al nivel más bajo de la última década; de acuerdo a los datos del Banco Central se situaban en 41.100 mill.$ a finales de noviembre del año pasado. Se espera, pues, que  el nuevo equipo tecnocrático nombrado por el presidente Erdogan restaure, a través de la ortodoxia monetaria, la confianza de los mercados internacionales en la solidez de la economía turca. Una tarea que resultará, cuanto menos, complicada.

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