07 nov 2021
│“Una elección de pantomima”
Las elecciones generales, celebradas el pasado 7 de noviembre en Nicaragua, no han arrojado ninguna sorpresa. Como era de esperar, el presidente Daniel Ortega ha sido reelegido para un quinto mandato de cinco años, el cuarto consecutivo, con el 74,99 % de los votos, según datos preliminares facilitados por el Consejo Supremo Electoral (CSE) con menos de la mitad del escrutinio.
En segundo lugar, muy alejado se sitúa el candidato liberal -señalado como colaborador del gobierno- Walter Espinoza, con 14,4% de los sufragios. Además, también se elegían 90 diputados de la Asamblea Nacional y 20 del Parlamento Centroamericano; ambos órganos continúan bajo el control del oficialismo. Los comicios se han celebrado con siete aspirantes a candidatos presidenciales de la oposición en prisión acusados de "traición a la patria" y otros dos aspirantes disidentes en el exilio alegando razones de seguridad. Por si esto fuera poco se han denunciado multitud de irregularidades en la jornada donde se ha prohibido la presencia de observadores internacionales. En un informe sobre las primeras cinco horas de los comicios, se han identificado "200 hechos de violencia política en los Centros de Votación", entre estos "la negación del ingreso a fiscales opositores, intimidación de paraestatales y fuerzas de choque sandinistas". Las cifras de participación tampoco son fiables. De un total de 4,4 millones de nicaragüenses llamados a las urnas según el órgano electoral han votado el 65,3% si bien el observatorio multidisciplinario independiente Urnas Abiertas ha cifrado la abstención en un 81,5 %. La reacción internacional no se ha hecho esperar. El presidente de EE.UU, Joe Biden, ha calificado las elecciones de "pantomima" y ha amenazado con usar "todas las herramientas diplomáticas y económicas" a su disposición para pedir responsabilidades al presidente nicaragüense. La Unión Europea también considera que la reelección de Ortega "carece de legitimidad" y completa la conversión del país en un "régimen autocrático". El mandatario, por su parte, afirma que su gobierno es del "pueblo" y defiende la soberanía de su país de los "ataques" de Estados Unidos.