05 oct 2022

Las 8 claves de la probable recesión alemana y el riesgo de contagio a Europa

La locomotora europea empieza a emitir síntomas de que su motor de alta cilindrada podría haber gripado y precipitar al resto de la zona del euro a los ‘números rojos’.

La tormenta perfecta que se presagiaba sobre Alemania empieza a emitir señales de proximidad. El detonante del descenso brusco de la actividad en la locomotora europea se produjo en julio, con la primera interrupción del flujo de gas ruso a través del Nord Stream I; seis meses después de que Berlín hiciera lo propio sin esperar siquiera a su inauguración, con su tubería hermana, el Nord Stream II.

Pero ¿qué repercusiones tendría este final del ciclo de negocios post-Covid en la gran potencia europea?, ¿y en el club comunitario y la zona del euro?

1.- El FMI, el primero en dar la voz de alarma. Aunque el PIB alemán sorteó in extremis los datos negativos en el segundo trimestre, con apenas un alza de una décima y una evolución interanual del 1,7%, la institución multilateral señalaba al motor económico europeo como uno de los focos de la crisis energética otoñal por los cortacircuitos en el suministro del Kremlin y la interferencia creada desde Berlín para reducir su excesiva dependencia energética de Rusia. En un working paper, el Fondo avanzaba en julio que una interrupción drástica del flujo gasístico ruso restaría más de seis puntos al PIB de Hungría y retrocesos superiores al 5% a las de Eslovaquia, República Checa e Italia. A Alemania le augura un receso del 2,8%. El gas natural supone algo más del 27% del mix energético alemán, que antes de la guerra de Ucrania, importaba algo más de la mitad, un 55%, de Rusia. Desde que, en febrero, se iniciara la contienda bélica, Berlín ha diversificado sus compras.

2.- El Bundesbank confirma las vacas flacas. En el ecuador del verano era el Bundesbank el que se unía a los malos augurios. “Las probabilidades de una recesión en Alemania con cada vez más elevadas, al igual que las opciones de que la inflación evolucione por encima de los dobles dígitos este próximo otoño”. La autoridad regulatoria germana argumentaba su teoría por “la excesiva dependencia de la industria al gas ruso” y su situación de elevada vulnerabilidad en Europa ante “cualquier acto de corte en el suministro” que redundará irremediablemente en un “descenso de la actividad durante los meses de otoño e invierno”.

3.- Los grandes bancos privados proclaman al unísono los números rojos. Christian Sewing, CEO del Deutsche Bank, avanzaba en los primeros días de septiembre que la pinza de la inflación y el shock energético estaban siendo los auténticos combustibles que empujaban al PIB germano a la recesión. “Creemos que será inevitable eludir la contracción económica”, aunque matizaba de inmediato su confianza en la “capacidad de resiliencia” del sistema productivo alemán, así como en “la rápida y decisiva” maniobra del BCE para contener la escalada de precios, apenas un día antes de la subida del 0,75% decretada por la autoridad monetaria europea que dejaba los tipos de interés en el 1,25%. Su homólogo en UniCredit, Andrea Orcel, también dice apreciar “la sombra de la recesión”.  

4.- El ahorro de energía surge como la gran aportación a la crisis. “Las empresas deben recortar sus consumos energéticos” y contribuir así no sólo a la estabilidad de sus finanzas, sino a que el país salga cuanto antes de su transición hacia la neutralidad energética con menor dependencia de los flujos de gas rusos. “Alemania ha empezado a ser más pobre y así seguirá siendo mientras no reduzca substancialmente sus actuales cuotas como importador neto de energía y las firmas privadas deberán producir menos para atender unas facturas energéticas cada vez más caras lo que las llevará a reducir sus cuentas de resultados”.

5.- Industria, comercio exterior y demanda interna al filo del abismo. Si Alemania entra en una recesión, su sector privado registrará pérdida de beneficios en el mercado e impulsará la salida al exterior de líneas de negocios y compañías. Es el temor fundado de los sindicatos, después de que se consumara el quinto mes consecutivo de descensos de pedidos industriales en los centros fabriles alemanes. En junio ya se registró una caída del 5,6% en términos interanuales que revela el nuevo cuello de botella productivo de las empresas. “Es la señal más contundente de que Alemania no podrá eludir la recesión técnica”, explica Andreas Scheuerle, de DekaBank.

6.- El gas paraliza la confianza empresarial. Es lo que traslada el índice del Instituto Ifo de agosto que resalta las dificultades en otoño y la pérdida de expectativas de inversión. Psicológicamente -dice el estudio- la guerra abierta por la gestión del gas ha desplazado contratos de futuros y ha descolocado las estrategias corporativas. La seguridad de abastecimiento y de gasto energético establecida en los dos últimos ejercicios de cambios fulgurantes por los efectos de la Covid-19 se han esfumado de un plumazo. 

7.- Traslado del deterioro económico al área del euro. Palabra de S&P Global, desde donde se hace hincapié en el parón industrial en ya numerosas comarcas y regiones de la zona monetaria europea por la incertidumbre en el flujo de energía entre los consumidores, hogares y empresas. Mientras la factura energética de la industria alemana supera en un 600% los costes previos al otoño pasado; la escalada de más calibre desde que se contabiliza la inflación en este sector, hace 73 años.

8.- ¿Habrá recesión en Europa? La UE está sumida en una notable confusión por las perspectivas de contracción del PIB germano en algún momento de los últimos cuatro meses del año, admiten en The Economist. Y la de la zona del euro, que aún mantiene mercados laborales activos, sin que las firmas industriales hayan tenido que realizar parones completos, empieza a trasladar la desconfianza de los consumidores. En JP Morgan Chase anticipan un receso interanual entre octubre y diciembre en Francia y Alemania del 2,5%, y del 3% a Italia, el mercado más susceptible de tensiones en la prima de riesgo, con España como el único socio con pulso dinámico en el tránsito hacia 2023. “Los gobiernos deben reanudar su escudo social para abordar el largo y duro invierno”, presagia The Economist.

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