26 mar 2024
África se deja seducir por EEUU, China y Rusia
El poder geopolítico del continente africano en la estructura multilateral y los conflictos globales y su capacidad de abastecimiento atrae a las superpotencias.
Diego Herranz - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce
África está siendo cortejada por EEUU, China y Rusia como nunca antes en las tres décadas desde el final de la Guerra Fría y en plena transformación estructural del orden mundial. En el corazón de esta nueva estrategia aparece el deseo de Rusia, primero, y de China, después, de reducir la hegemonía estadounidense en el continente ante el creciente descontento por lo que en casi la totalidad de los países africanos se ha considerado un exceso continuado de la diplomacia de la Casa Blanca en África. La guerra de Ucrania se ha visto en la región, como “la rebelión de Moscú ante el unilateralismo de EEUU”, explica la especialista británica del British-American Institute, Fiona Hill. Y ese sentimiento de contestación hacia Washington ha calado en la región, aclara.
Esta reacción africana, rodeada de cierta aurea continental, de unidad de acción, aunque surgida por generación espontánea, más que por tacticismo diplomático, ha irrumpido en el escenario internacional en un momento en el que el realineamiento de alianzas estratégicas globales está cobrando un especial protagonismo. Al menos, por cuatro razones:
La primera, porque la influencia del bloque regional en organismos multilaterales como la ONU, donde ostentan el 28% de los votos de la Asamblea General, es cada vez más determinante a la hora de articular decisiones mayoritarias. En segundo término, porque atesoran materias primas cruciales que solo se encuentran en el continente. En tercer lugar, porque está en posesión de importantes rutas comerciales, en particular en su costa oriental. Y, finalmente, porque su ritmo demográfico, con altas tasas de población joven -en concreto, albergará al 42% de este estrato social del planeta en 2030-, resulta clave para equilibrar la pirámide poblacional y corregir el envejecimiento de las economías industrializadas y mantener en vilo sus sistemas productivos.
El efecto moral de sus votos en la Asamblea General de la ONU es un arma diplomática que las tres superpotencias nucleares buscan en este periodo de Nueva Guerra Fría con insistencia para consolidar sus posiciones estratégicas. “Puede que sus votos sean simbólicos, pero también son un arma para inclinar balanzas en el juego multilateral”, aclara Hill. Sobre todo, para “pintar la cara” al Consejo de Seguridad y los bloqueos constantes de sus miembros: China, Francia, Rusia, Reino Unido y EEUU.
Otro de los focos de atención son sus extraordinarias fuentes de recursos energéticos, tanto de origen renovable como fósil. En ocasiones, como la extracción del cobalto del subsuelo de la República Democrática del Congo, con notables inversiones en innovación tecnológica. Sin dejar de lado las ingentes reservas de petróleo y gas de Argelia, Angola o Nigeria, de vital importancia para la diversificación de ambos combustibles tanto fuera como dentro del circuito de decisiones de la OPEP+.
O su poder de gestión del Canal de Suez y del transporte marítimo por el Mar Rojo, por donde circulan el 12% del comercio global, y donde Rusia ha decidido actuar diplomáticamente de una forma activa. En especial, en Eritrea y Somalia. También China ha embarcado a los países de esta latitud oriental del continente -de manera muy específica- en su Ruta de la Seda, generando una red constante de inversiones para mejorar las infraestructuras rodadas, portuarias y ferroviarias con los mercados del otro lado del Índico.
La búsqueda de nuevos mercados está detrás de la estrategia de EEUU y Europa en el continente más joven del planeta. En particular, en sectores como el tecnológico o el educativo. Aunque en un eterno compás de espera ante la falta de regulación y control de los movimientos migratorios que surgen de los países africanos. A pesar de su potencial exportador, cada vez más poderoso. En 2022, el continente exportó 43.100 millones de dólares a EEUU, de donde adquirió bienes y servicios por valor de 30.600 millones. A China, vendieron 117.500 millones, si bien registraron un amplio déficit comercial con Pekín, donde enviaron un cheque de 164.100 millones. En total, el 6,5% de sus 661.400 millones de dólares en exportaciones fueron a parar al primer mercado mundial y el 17,7% al gigante asiático.
Aun así, África es el principal socio continental de China que, a diferencia de EEUU o de Europa, se ha ocupado de instaurar una agenda inversora, comercial y de cooperación bilateral de alta intensidad a lo largo del último medio siglo. Rusia, por su parte, ha seguido una táctica diferente. Con apenas 18.000 millones de tráfico de mercancías con ellos, su base diplomática se cimenta en la seguridad que ejerce de contrapeso a las bases americanas en países como Yibuti, Egipto, Nigeria o Sudáfrica. Todos ellos, entre los principales beneficiarios del capital estadounidense.
La carrera competitiva del 5G también contribuye a este pulso. Washington ha tenido un éxito relativamente alto en la detención de la tecnología china de Huawei en el continente. Mientras Europa mantiene el liderazgo del capital en activos africanos, con Reino Unido (65.000 millones de dólares en 2022) y Francia (60.000) como sus dos estandartes. Eso sí, con riesgo de perder su estatus en favor de China, según la Unctad y, en menor medida, pero con una estrategia común detrás, con Rusia y su creciente interés en colocar más masa monetaria rusa en circulación en el continente. Al calor de la rivalidad comercial entre la Casa Blanca y el régimen de Pekín y la alta polarización del orden global. África tiene todos los pretendientes con músculo geopolítico del planeta.
Dentro de ellos, Europa es, quizás, el que más a la expectativa se encuentra. Un grave error, dice Hill, porque “África está perdiendo su neutralidad”, sin precipitarse a la hora de elegir aliados o rubricar tácticas con las superpotencias. Más bien, al contrario, los países del continente aceptan que el orden multipolar se tambalea y que no necesitan tomar posiciones, sino contemplar todas y cada una de las distintas opciones que ofrece el tablero de ajedrez geopolítico internacional.
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