12 jul 2023

Cinco motivos para el optimismo en la financiación del cambio climático

Más de 40 jefes de Finanzas del planeta abordan en París las líneas de ayuda para costear la catástrofe del calentamiento global en los países de rentas bajas.

Diego Herranz - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce

 

París acogió el pasado 23 de junio una asamblea auspiciada por el presidente galo, Emmanuel Macron, y la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, una de las voces que ha insistido en la urgente necesidad de concretar medidas y objetivos climáticos con ayuda financiera multilateral con una mayor insistencia. Los dos días de deliberaciones se saldaron con escasos progresos en cuanto al apoyo de los países ricos a las naciones de rentas bajas para abordar la crisis climática.

Pero con cinco parámetros que podrían confeccionar una hoja de ruta con la que sufragar parte de los perversos efectos que ocasionará el calentamiento global sobre los países en desarrollo.

1.- Necesidad de un acceso más rápido a la ayuda crediticia multilateral. Los 100.000 millones de dólares puestos en liza por el FMI a través de sus Special Drawing Rights (SDR’s), considerados la divisa del Fondo Monetario por ser la medida dineraria que utiliza para desembolsar sus líneas de crédito a países en dificultades se duplicará de inmediato. Con Francia aportando el 40% de los nuevos SDRs, acumulados en la sede de Washington de la institución multilateral a partir de las cuotas de sus 190 países miembros. EEUU es el principal contribuyente neto.

Con esta herramienta crediticia, el FMI estableció un mecanismo de emergencia climática. Todos sus socios en desarrollo pueden acudir al mismo en proporción al tamaño de sus economías y sin que estas aportaciones se añadan a sus niveles de endeudamiento. Son, tan solo, liberaciones monetarias para desastres climatológicos de naciones de rentas bajas.

El FMI también anunció que su Resilience and Sustainability Trust, otro instrumental que otorga financiación a proyectos verdes, excederá su límite actual, de 35.000 millones de dólares, hasta los 41.000 millones, de forma inmediata, con intención de ampliar el año que viene esta partida hasta los 60.000 millones.

2.- Una batería de medidas contra la catástrofe climática. El impacto de la meteorología es cada vez más extremo, lo que fuerza a los países a ampliar sus deudas con indemnizaciones y costes de reparaciones. Es un círculo vicioso que alimenta lo que se conoce como la trampa de la deuda climática. El nuevo presidente del Banco Mundial, el estadounidense de origen indio Ajay Banga, cree que debe romperse este ritual. Con reparaciones de deuda más pausadas. Es decir, con las cláusulas prórroga que auspician naciones como Barbados. “Nadie nos da los instrumentos para sufragar con liquidez los efectos climáticos, ni tampoco nos alivian el endeudamiento”. El Banco Mundial quiere aportar esta pausa multilateral y entidades como Citigroup, también, según dijo su vicepresidente Jay Collins. Un signo -aseguró- de participación activa del sector privado en los procesos de reestructuración de deudas soberanas.

Esta iniciativa, además, que se incorpora al mandato de la COP27 de Egipto del año pasado para la creación de un fondo de 170 millones de euros para sistemas de alerta y reaseguros y que en París se elevó hasta los 270 millones.

3.- Los 100.000 millones anuales prometidos de ayudas a países en desarrollo para adaptar sus economías a la transición energética y a reducir las emisiones de CO2. En 2020, el total de los compromisos de las potencias industrializadas y mercados emergentes ascendió a 83.000 millones de dólares, según la OCDE. Macron anunció que confía en que este año se superen los 100.000 millones comprometidos y que se certifique en la cita del próximo diciembre en Dubai de la COP28. Con auditorías de credibilidad, aseveró. 

4.- Acuerdos impositivos internacionales. El presidente galo dijo apoyar la generación de líneas monetarias adicionales a través de la tributación global. Una clase de impuesto sobre la aviación, el negocio marítimo y las transacciones financieras que gravaría las emisiones de CO2 de varios de los sectores más contaminantes y sobre los que recabó el apoyo de 22 países, entre ellos, los de España, Portugal, Noruega y varios estados insulares. La propuesta se trasladó a asociaciones empresariales como la Organización Marítima Internacional para su discusión.

5.- Laboratorios de ideas. La cumbre de París renunció a grandes anuncios e implantó la cautela a la hora de desvelar acuerdos globales. Cualquier novedad será presentada en la COP28. Aun así, la capital francesa dejó retazos de progresos notables. Zambia alcanzó un acuerdo de larga duración para la reestructuración de 6.300 millones de dólares de su deuda bilateral con países como China y Senegal otro por valor de 2.700 millones para elevar la capacidad de renovables hasta el 40% de su mix energético en 2030. El Banco Mundial lanzó su laboratorio de inversiones dirigido a incrementar las aportaciones del sector financiero privado en mercados emergentes hacia infraestructuras energéticas.  

La cita de París “ha demostrado una alta creatividad de ideas”, convino Rachel Kyte, decana de la Fletcher School de la Universidad de Tufts, aunque, “como siempre, su implementación va a depender de la capacidad de liderazgo que encuentren las iniciativas surgidas en la capital gala”.

Una percepción que compartió la delegación financiera de Barbados, cuyos representantes se congratularon de que el encuentro había sido un “punto de inflexión”, con un calendario básico y razonable que podría culminar en diciembre con propuestas “efectivas” en la COP28 sobre las que no descartó que se vean acompañadas de líneas crediticias y partidas dinerarias concretas. “París ha estableció una hoja de ruta, una escala de acuerdos y una entrega de ideas que ponen en consideración medidas necesarias para frenar el cambio climático”.

En línea con la concreción que reivindica su primera ministra Mottley con frecuencia y que se encargaron de consolidar tanto Macron -“ha nacido un nuevo consenso para la gente y para el planeta”-, la secretaria del Tesoro americana, Janet Yellen, para quien “se ha dado un impulso más que notable” a la financiación para el combate climático de los países en desarrollo al que se sumó el “ímpetu negociador” visto por la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, que “resultará imprescindible” para acelerar las agendas sostenibles y verdes en todo el mundo. 

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