¿Qué tienen en común el partido de Nicolás Sarzoky, la UMP, la película ?
El cosmonauta?, de la productora catalana Riot Cinema Collective, y el primer disco de rock de la banda Extremoduro? A simple vista, nada. Pero a los tres les une un nexo común: han recurrido al llamado crowdfunding, o financiación en masa, colectiva o cuestación popular para seguir adelante con su actividad. Una práctica que, en un momento como el actual de crisis, donde conseguir un crédito bancario se ha vuelto una odisea y las subvenciones han desaparecido del mapa, está ganando adeptos.
Fuerte desarrollo Ya sean artistas, pymes, startups, ONGs, o particulares, todos pueden recurrir a esta fórmula de financiación a través de Internet. Basta con una buena idea y tener las herramientas para convencer a los demás. Por ejemplo, la firma norteamericana Pebble Technology colgó en una plataforma un proyecto de un reloj inteligente para el que necesitaba 100.000 dólares. Solo pasaron dos horas, y el objetivo estaba cumplido. Un mes después, esa cifra se había disparado ¡hasta los 10,3 millones de dólares gracias a 69.000 personas!
En Europa se estima que hay unas 200 plataformas de este tipo, de las que unas
cincuenta están radicadas en España.
Modalidades Sus modelos de financiación se pueden dividir en
cuatro categorías: donaciones, recompensas, préstamos (o crowdlending) e inversión (o equity crowdfunding). Las
donaciones se dirigen, básicamente, a creativos, artistas y proyectos sociales. Quien está interesado hace una aportación altruista de dinero y, a cambio, recibe información del proyecto. Mientras que las
recompensas, orientadas a los mismos colectivos, se diferencian en que el mecenas, en función de la cantidad aportada, recibe compensaciones de valor añadido ligadas al proyecto. Por ejemplo, en el caso de una película, su nombre puede aparecer en los títulos de crédito o, incluso, llegar a cenar con el director del film. Si nos referimos a préstamos e inversión, más que en el mundo socio-cultural, se está desarrollando en el mundo empresarial. Particulares, pymes y startups son sus principales beneficiarios. ¿Cómo funciona? Para préstamos (o
crowdlending), la empresa dice cuánto dinero necesita y para qué. La plataforma, por su parte, criba los proyectos y cuelga los más solventes, con los suficientes datos para que el inversor haga su propio análisis. Los inversores, por su parte, ofrecen dinero (normalmente desde 20 euros) a un tipo de interés. Si se alcanza el 100% del dinero solicitado, la empresa firma un contrato mercantil y la plataforma transfiere el dinero. A cambio solo cobra una tasa de apertura, no hay más gastos. Y, cada mes, el inversor recibe el tipo de interés ofertado. ¿Cuáles son los riesgos? Que la empresa no devuelva el préstamo o que la empresa cierre. Por lo que respecta a la inversión (o
equity crowdfunding), sus principales destinatarios son las startups. Y funciona de la siguiente manera: la plataforma compra las acciones, que suelen ser de clase B, es decir, sin derecho a voto, en nombre del inversor. A cambio, este recibe el retorno de esa inversión y un porcentaje de los beneficios obtenidos. ¿Desventajas? Se puede perder toda la inversión, la startup puede fracasar, y la posterior venta de acciones es difícil.