Caos preelectoral por la escasez de efectivo

Como se recordará, el gobierno de Nigeria inició un controvertido plan de desmonetización, por el que se ordenó la sustitución de todos los billetes de mayor denominación por una nueva versión, con el fin de luchar contra la falsificación, entre otros motivos. No obstante, la implementación del plan ha sido deficiente y muchas entidades bancarias no han podido satisfacer la demanda de la nueva divisa. En Nigeria el uso del efectivo es mayoritario y gran parte de la población no tiene acceso al sistema bancario, por lo que muchos habitantes se enfrentaban a perder sus ahorros. Inicialmente, se estableció el 31 de enero como último día en el que los antiguos billetes de naira eran legales, pero las dificultades a las que se han enfrentado los nigerianos para obtener los nuevos diseños ha provocado que la Corte Suprema haya suspendido de forma cautelar ese plazo límite. Esta decisión responde a un recurso presentado por los gobernadores de tres estados del norte del país, que alertaban de que sus regiones estaban al borde de la “anarquía” y del parón económico que ello supone; los tres políticos pertenecen al partido gobernante, el APC (All Progressives Congress), lo que señala también un cisma en la formación oficialista. Esta crisis se desarrolla a escasas semanas de las elecciones presidenciales, que se celebrarán el próximo 25 de febrero y en las que se escogerá al reemplazo del impopular presidente Muhammadu Buhari, que agota así los dos mandatos que permite la Constitución de Nigeria. La campaña electoral ha estado plagada de fuertes acusaciones y los sondeos no señalan un claro ganador; además de los candidatos del APC y el Partido Democrático del Pueblo, los dos partidos dominantes en la política nigeriana, destaca la popularidad de Peter Obi, del Partido Laboralista. La participación ciudadana en los comicios, tradicionalmente baja, será un factor determinante en el resultado.