21 feb 2021
Ultimátum a las empresas
Las autoridades saudís quieren atraer talento e inversión extranjera para preparar la economía con vistas a un futuro escenario post-petróleo, y no están dispuestas a escatimar medios para ello.
Por esa razón, anunciaron a comienzos de febrero su intención de dejar fuera de las licitaciones públicas a aquellas empresas extranjeras que en los próximos tres años no hayan trasladado al país su sede regional. Arabia Saudí cuenta con argumentos poderosos para hacerse querer. En primer lugar, el gran tamaño de su mercado interno que, con casi 40 millones de habitantes, cuadruplica el de, por ejemplo, los Emiratos Árabes Unidos, el país que más motivos tiene para sentirse amenazado por la iniciativa saudí. En segundo término, Mohamed Bin Salman (MBS), el Príncipe Heredero y controvertido líder saudí, ha embarcado a su país en un costoso programa de modernización económica y, con ello, en la realización de varios mega-proyectos en el marco del plan estratégico conocido como Visión 2030, lo que supondrá la posibilidad de contratos fabulosos para las compañías extranjeras. La tarta es muy grande, ya que se estima que todos estos planes implicarán inversiones no inferiores al medio billón (español) de dólares para los próximos años, un caramelo sin duda demasiado tentador como para dejarlo pasar. Sin embargo, establecerse en Arabia Saudí también comporta riesgos. En primer lugar, estos son de tipo económico, ya que el traslado de sede puede implicar un aumento de costes del orden del 15%-25% para las empresas, según refleja un estudio efectuado recientemente. En segundo término, el entorno de negocios en Arabia Saudí es, tal y como refleja el índice Doing Business del Banco Mundial, peor que en los EAU y las empresas están mucho más expuestas a las decisiones unilaterales del poder (léase, MBS). En este sentido nadie olvida como éste último ordenó, de la noche a la mañana, triplicar el IVA del 5% al 15% en 2020, para hacer frente al aumento de los gastos médicos originados por la pandemia, entre otras decisiones controvertidas. Los saudíes son conscientes de estos temores y han preparado un paquete de medidas para incentivar a las empresas a dar el paso, entre las que se encuentran una moratoria de medio siglo en el pago del Impuesto de Sociedades, que en Arabia Saudí es del 20%, y la exención, durante al menos 10 años, de la obligación de contratar a trabajadores saudíes. Además, también tienen previsto llevar a cabo una reforma del Poder Judicial ─se supone que para reforzar su independencia─ y una importante relajación de la norma que prohíbe la venta y el consumo de bebidas alcohólicas. Según parece, una veintena de multinacionales, entre las que se encuentran Pepsico o Bosh, ya han decidido dar el salto y fijar en Riyad su sede central para Oriente Medio. Otras están planeando mantener su sede en Dubai, pero abrir también una importante delegación en la capital saudí. Sea como fuere, quedan tres años para la fecha límite de 2024 y la cuenta atrás ya ha comenzado.