05 feb 2024
La crisis de Boeing ha puesto en riesgo la economía americana
“Demasiado grande para que caiga”. Es el dilema que surge cuando el rescate a un gran mercado, empresa o banco resulta inviable. Boeing y Evergrande son las últimas muestras.
Diego Herranz - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce
Evergrande Group acaba de recibir la orden de liquidación de un juzgado de Hong-Kong, lo que pone un prolongado y pesado epitafio a una quiebra que el Gobierno chino trata de evitar desde hace dos años y medio. Por medio, los problemas de financiación de la gran promotora del sector inmobiliario del gigante asiático han hecho tambalearse en varias ocasiones desde el verano de 2021 a la segunda potencia económica global. Con sobresaltos bursátiles extraordinarios, hasta el punto de que la semana antes de la notificación judicial desde la ex colonia británica se dejaba otro 21% de su valor accionarial en este centro financiero.
La capitalización de Evergrande apenas alcanzó los 275 millones de dólares horas antes de esta decisión judicial, un 99% menos que su techo de valoración de capital, cuyos activos llegaron a superar los 240.000 millones de dólares. Por contra, su deuda amasada durante el largo decenio de esplendor urbanístico en China, hasta la Gran Pandemia, ha rebasado los 300.000 millones. ¿Era este emporio demasiado grande para dejarlo caer? A juicio de las autoridades de Pekín, sí.
De igual modo han pensado la Casa Blanca y Wall Street sobre Boeing. El fabricante de aviones por excelencia es una de esas compañías con una importancia sistémica. Es decir, aquellas firmas con una dimensión de tanta trascendencia que su quebranto acarrearía daños colaterales en su economía nacional o en el orden internacional y que, por lo tanto, adquieren un estatus especial de protección por parte de sus gobiernos que, además, se reservan la opción de intervenir bajo el argumento de que “son demasiado grandes para caer”.
Los análisis de mercado manejan una lista de diez grandes compañías norteamericanas bajo este escudo o resguardo oficial. Entre ellas, Boeing que, según Mike Boyd, presidente de Boyd Group International, una consultora especializada en el sector de la aviación, ha puesto en peligro a la primera economía del planeta. A raíz del incidente del pasado 5 de enero en el que un vuelo de Alaska Airlines se vio afectado por la succión de una puerta de un 737 Max 9 de Boeing que tuvo que realizar un aterrizaje forzoso. El percance aéreo, que no ocasionó heridos, provocó el caos, sin embargo, entre los activos bursátiles de las aerolíneas y obligó a la multinacional de aviación a supervisar en tierra todos sus prototipos 737 Max 9.
A pesar de la luz verde casi inmediata, la seguridad de estos modelos está en entredicho y gran parte de sus programas de actualización venideros y de las entregas de materiales se han puesto en cuarentena, explica Boyd, para quien el “excelente año de resultados que se esperaba en el sector ha entrado en revisión”, pese a la elevada demanda de aviones de unas aerolíneas que han visto reverdecer sus mejores ejercicios de ingresos y beneficios después de los difíciles años del ciclo de negocios post-Covid en el que el turismo y los desplazamientos por aire han tardado en restablecer sus ritmos pre-pandémicos. Además de contagiar a las firmas auxiliares, muchas de las cuales, se establecen en núcleos urbanos como Chicago o Seattle de forma masiva, con unos altos porcentajes de sus residentes trabajando en estos centros fabriles.
“Lo que Boeing ha hecho no solo es algo incompetente, es que daña al conjunto de la economía que ya de por sí sufre episodios demasiado habituales de disrupciones por factores inflacionistas o tensiones geopolíticas, comerciales o logísticas en las cadenas de valor.”
Como Boeing, otras nueve multinacionales están catalogadas con demasiado riesgo sistémico para dejarlas caer. El top-five está dominado por firmas financieras: JPMorgan Chase, con alta presencia internacional (en más de un centenar de países) y cotización en Nueva York, Londres, Tokio y Hong-Kong, se ha enfrentado a alegaciones de manipulación de productos y de activos, aunque sigue siendo uno de los bancos de inversión con mayores beneficios.
La complejidad de su estructura corporativa y su interconexión con otras entidades financieras y empresas le dan este galardón. Junto a varios de sus rivales como Goldman Sachs -de la que destacan su apuesta por la innovación tecnológica y su influencia en las finanzas globales- Citigroup, a pesar de haber recibido fondos federales tras la crisis de 2008, que ha consolidado su músculo financiero global y Wells Fargo y Bank of America, muy establecidas en EEUU y con cada vez más peso e influencia en el exterior. Todos ellos con causas regulatorias abiertas.
A ellos se suman la aseguradora American International (AIG), vinculada estrechamente al sector financiero; General Electric, que se ha enfrentado a pérdidas financieras y con procedimientos regulatorios y judiciales, pero que ha ganado un rol importante en la industria de la aviación y de los motores aeroespaciales; Exxon Mobile, demasiado concentrada en los distintos negocios de combustibles fósiles y con críticas a sus escasas acciones medioambientales, o Amazon, con una ambiciosa agenda de expansión corporativa en sectores como la electrónica, el streaming, la nube o la venta de medicamentos u otros bienes y servicios ajenos a sus repartos tradicionales.
Te podría interesar
Contacta con nosotros
Envíanos tus datos mediante este formulario y nos pondremos en contacto contigo lo antes posible.
Estaremos encantados de ayudarte.
Solicita información
Déjanos tus datos y nos pondremos en contacto contigo