24 ene 2024
Los beneficios de las alianzas empresariales
Los acuerdos entre compañías ofrecen ventajas que van más allá de impulsar los ingresos y posibilitar el ahorro de costes con las sinergias. También pueden ser claves para asegurar la propia supervivencia de una firma que se enfrenta a un relevo generacional.
Alex Ordóñez - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce
Durante los últimos años de la década de los 90 e incluso en el arranque del siglo XXI, tuvieron lugar diversas caídas de grandes imperios familiares. En algunos casos eran vendidos a otros propietarios. En otros prácticamente desaparecían por las desavenencias que había en el seno de la familia propietaria. Fue la época en la que se decía que los relevos generacionales condenaban a seis de cada diez negocios en nuestro país, y provocaba que muy pocas firmas sobrevivieran al tercer cambio de liderazgo.
Por fortuna, las grandes compañías no cotizadas aprendieron de entonces y han emprendido una estrategia de profesionalización en la que han dejado la gestión del día a día a personas ajenas a la familia, quedando los propietarios relegados de las decisiones de negocio. Además, se han elaborado exhaustivos protocolos que marcan el camino que las empresas deben llevar para afrontar un relevo generacional. Un buen ejemplo de ello es la propia Grifols, ahora de actualidad tras el ataque de Gotham City, que cuenta con un CEO ajeno a la propiedad.
Pero que los grandes imperios familiares hayan dado un paso de gigante en el ámbito de la profesionalización no quiere decir que dicho proceso de haya realizado en la mayoría de las pymes. Muy al contrario, el retiro o fallecimiento del fundador o del actual dueño de una firma supone un serio problema que en un buen porcentaje de casos conlleva la desaparición de la compañía. Es evidente que las firmas de pequeño tamaño no van a pagar millonadas para elaborar un protocolo de actuación en los cambios de dirección. En estos casos entra en juego otra estrategia empresarial cuya utilidad está más que demostrada.
Se trata en concreto de las alianzas empresariales. Por norma general este tipo de estrategias se realiza para lograr una importante ventaja competitiva en el sector o para unir dos importantes marcas con el fin de propulsar el crecimiento conjunto. Un buen ejemplo de ello fue el acuerdo al que llegaron dos gigantes como Lego y Lewis. Fruto de ello la textil realizó una colección en la que incorporaba el logotipo de la juguetera, además de ir de la mano en el tema de promoción.
Esto ha otorgado innumerables ventajas a ambas marcas. Para empezar, las dos han extendido sus mercados y han elevado su presencia tanto en establecimientos comerciales físicos como online. Aunque quizá lo más importante es que las compañías han aprovechado el acuerdo para incrementar su conocimiento de marca en países donde no contaban con una presencia que sí tenía su compañera de viaje. A ello hay que sumar que las dos empresas han accedido a los usuarios de la otra en redes sociales. En definitiva, un importante volumen de ventajas que se traduce fácilmente en la cuenta de resultados, ya que incrementa los ingresos.
Las alianzas estratégicas también se han dado entre compañías que comparten el mismo ámbito de negocio pese a que ello las convierte en rivales. Es el caso de los fabricantes de automóviles que comparten la misma plataforma de producción para reducir costes. O incluso dentro del mismo ámbito también se están produciendo acuerdos positivos entre empresas que producen bienes diferentes, aunque siempre dentro del mismo segmento. Es el caso del coche eléctrico, donde Tesla porta en sus modelos las baterías de Panasonic tras el acuerdo al que llegaron ambas compañías.
Todo lo anterior evidencia que las alianzas tienen importantes beneficios, especialmente a la hora de incrementar los ingresos y la presencia en nuevos mercados. También con el objetivo de reducir los costes, donde entran en juego las sinergias. Con todo, es necesario recordar que también ha habido acuerdos con un triste final para alguna de las protagonistas, como es el caso de proveedores cuya existencia dependía casi en exclusividad de un único cliente, lo que suele darse en sectores como el alimentario y la distribución. Una dependencia que terminó con la aventura empresarial ante el fin del contrato con la otra compañía.
Pero más allá del negocio, la experiencia enseña que las alianzas empresariales también pueden ser la tabla de salvación de algunas compañías, especialmente pequeñas, cuando se acerca un momento crítico en su historia, como es el paso de una generación a otra. Se trata, por tanto, de una fórmula que no se debe obviar a la hora de buscar una salida a una situación peligrosa para el negocio y los trabajadores de la empresa.
Un ejemplo perfecto está en Almirall. Esta compañía se fusionó en 1997 con Prodesfarma, lo que permitió crear la primera multinacional farmacéutica española evitando de paso cualquier tipo de problema a la hora de afrontar el relevo generacional. Los supermercados Caprabo es otro caso típico de exitosa alianza empresarial. Algo lógico habida cuenta de que la cadena se formó tras la unión de los negocios de tres familias independientes. Un acuerdo que permitió que una gran cadena de supermercados existiera.
Sirvan estos ejemplos para poner en valor que las alianzas empresariales son una opción a estudiar, no solo para impulsar el negocio. También pueden ser fundamentales para asegurar la existencia de una marca familiar.
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