22 mar 2023
EEUU revisa su sistema financiero ante el colapso de cuatro bancos
Marzo ha desatado una tormenta bancaria en EEUU que recuerda, con sus diferencias y similitudes, a la quiebra de Lehman Brothers y el ‘credit crunch’ de 2008.
La rapidez con la que han colapsado cuatro entidades bancarias americanas en apenas 11 días de marzo, con alguno más en situación extrema, ha devuelto las tensiones inversoras a las plazas bursátiles y ha puesto en alerta a la Administración Biden, a las empresas y a los reguladores del principal mercado del mundo. Porque la crisis financiera en ciernes no solo afecta a Silicon Valley Bank (SVB). Silvergate Capital, banco proveedor de servicios de infraestructura financiera, fue el primero en colapsar, el 8 de marzo, días antes de que la salida masiva de depósitos del SVB que ha pasado por ser el Lehman Brothers de la tormenta actual, más de catorce años después de la nacionalización del banco de inversión americano. Aun bajo la Administración Bush.
La caída de Silvergate Capital, sociedad de cartera de Silvergate Bank, ocurrió por su exposición a la cripto-industria y recibió la autorización de la Fed para acudir a la FDIC o la Federal Deposit Insurance Corp -poseedora de los fondos de garantía recíproca- y discutir las fórmulas de gestión que evitaran su suspensión de pagos. Pero sin éxito. Porque la entidad con sede en La Jolla, en California, no pudo superar el escrutinio de los reguladores ni la investigación del Departamento de Justicia por fraude en la causa abierta contra Sam Bankman-Fried tras el doble default de los gigantes cripto FTX y Alameda Research, al comienzo del reciente invierno. El 8 de marzo arrojó la toalla, suspendió operaciones y se liquidó el banco.
Con el obituario de Sivergate todavía sin escribir, los inversores y depositantes del SVB pusieron ese mismo día en venta 225.000 millones de dólares de acciones y admitieron significativas pérdidas de sus carteras de inversión. Los activos del banco descendieron un 60% en las siguientes fechas y colapsó en pleno diálogo de rescate con la FDIC. Y First Citizens BancShares, uno de los grandes compradores de préstamos fallidos, “todavía mantiene esperanzas de acordar” la absorción del SVB, admitían fuentes familiares próximas a la negociación a Bloomberg.
Signature Bank es el tercero en discordia. Con sede en Nueva York y un valor en activos de más de 110.000 millones de dólares, cayó el 12 de marzo, tras una fugaz retirada masiva del 20% de los depósitos de sus clientes. La implosión de Silvergate cuatro días antes dejó los ahorros de los suyos en manos de Signature, con mucha menos exposición a los criptoactivos. Los reguladores federales, sin embargo, dijeron haber perdido, de inmediato, durante sus conversaciones para el rescate, su fe en el liderazgo del banco y en sus niveles de liquidez y solvencia. Aunque dando un claro mensaje de que la ayuda federal activaba la llamada “excepción al riesgo sistémico”.
Varios de los depósitos del Signature Bank fueron adquiridos por New York Community Bancorp Flagstar Bank el 19 de marzo: 38.000 millones de activos, incluidos 25.000 en cash y 13.000 en préstamos ya bajo la vigilancia de la FDIC. Además de responsabilidades por 36.000 millones. El mismo día que UBS entra con presiones monetarias, políticas y económicas de por medio, en la adquisición de parte del Credit Suisse, el banco suizo que ya venía mostrando debilidades en los mercados desde el pasado verano. En este caso, a razón de 3.200 millones de dólares, para eludir una nacionalización parcial de la histórica entidad helvética, que ha sucumbido tras más de 166 años de historia.
First Republic ha sido la última víctima del marzo negro bancario en EEUU, y el caso más flagrante del contagio de sus tres rivales nacionales, que llevaron a las autoridades federales a intervenir para evitar potenciales salidas de depósitos de 89.000 millones de dólares. Hasta once entidades prestamistas americanas intentaron remolcar, en vano, al banco con sede en San Francisco, con 30.000 millones de inyecciones de liquidez, por las elevadas necesidades crediticias otorgadas a las élites tecnológicas y otros grandes patrimonios individuales, según las partes involucradas en este diálogo dirigido a lanzar un último salvavidas al First Republic.
El retroceso fulgurante de las notas de calificación de las principales agencias de rating cavó su propia tumba. Aunque aún podría dar señales de vida si JP Morgan Chase, como ha avanzado su propio CEO, Jamie Dimon, con un plan contrarreloj para asumir parte o la totalidad de los 30.000 millones de inyección y que insufle el capital requerido al First Republic desde la propia industria financiera estadounidense.
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