23 sep 2024

Sin temor a una nueva crisis energética en la UE

En solo dos años, los Veintisiete han diversificado notablemente sus fuentes de suministro, por lo que el cierre del mayor gasoducto por el que transita el gas ruso y que atraviesa Ucrania no tendrá impacto alguno en los precios de este hidrocarburo y de la energía en general.

Alex Ordóñez - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce

 

El inicio de la guerra en Ucrania desveló el grave riesgo que Europa padecía en el ámbito de su seguridad energética. Ello debido a que la mayoría de los países del centro y norte de la eurozona (Alemania entre ellos) dependían enormemente del gas que proviene de Rusia, el país que había decidido dar inicio a la primera contienda bélica en el seno del Viejo Continente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

La necesidad que los países de la UE tenían del hidrocarburo siberiano hizo que a los Veintisiete les costase mucho ponerse de acuerdo al respecto de las sanciones económicas que debían imponer a Rusia por el mero hecho de desatar las hostilidades. No en vano, han pasado más de dos años y medio desde el inicio de la contienda, y eso que Putin aseguró que sería una batalla que duraría pocas semanas,  y el gas ruso sigue llegando al Viejo Continente. Ya no lo hace a través del Mar del Norte como antes, ni por el tubo (gasoducto) que atraviesa la provincia ucraniana de Luhansk, bloqueado por el Gobierno de Zelenski en 2022. Pero el gas ruso sigue llegando a Europa a través de otro enorme  (gasoducto) que atraviesa Ucrania por completo para dividirse posteriormente ya en territorio de la Unión hacia Eslovaquia, Austria y Hungría.

Dicho gasoducto recibe el nombre de Hermandad y pese a la contienda, Rusia sigue pagando religiosamente a Ucrania (unos 800 millones de euros al año) porque el hidrocarburo transite por esta infraestructura. Asimismo, la UE sigue abonando una millonaria cifra de euros a la empresa estatal rusa Gazprom por el gas. Los negocios son los negocios.

Pues bien, esta extraña entente cordial alrededor de este gasoducto está ya empezando a saltar por lo aires y lo hará de manera definitiva en diciembre de este ejercicio. Así lo indica el hecho de que Ucrania haya iniciado precisamente su incursión en territorio ruso en la región de Kursk, una zona por donde pasa Hermandad y en la que está ubicada una estación de medición del tubo. Por si fuera poco, el próximo 31 de diciembre finaliza el contrato que Ucrania y Rusia tienen firmado al respecto del coste que supone el transito del gas por el país ucraniano. Un acuerdo que el Gobierno de Zelenski ya ha dicho que no piensa renovar.

Pese a ello, los contratos de futuros del gas no hacen prever que el coste del gas para Europa se vaya a disparar. Esto quizá pueda sorprender, Más aún cuando tras el inicio de la guerra en Ucrania, el mero riesgo de que el conflicto pudiera frenar la llegada del hidrocarburo a la UE generó que el coste energético se disparara en el Viejo Continente. De hecho, este factor fue clave para que la tendencia al alza de la inflación se confirmara y generara un grave problema que, paree, que por fin está empezando a resolverse. De hecho, el último dato de IPC de la eurozona, sitúa los precios a solo dos décimas del objetivo del 2% que siempre busca el Banco Central Europeo.

Pero volviendo al tema del gas, la pregunta es obvia, ¿por qué ahora el posible fin de suministro a través de Hermandad no supone un problema para la UE? Pues simple y llanamente porque durante el transcurso de la guerra en Ucrania, los Veintisiete se han puesto las pilas y han tomado medidas con el claro objetivo de diversificar sus fuentes de suministro. Buena muestra de ello es el propio gasoducto que atraviesa Ucrania. Antes del inicio de la contienda bélica, el gas transportado a través de este tubo suponía cerca del 40% del total que recibía Europa. Dicho porcentaje ha descendido bruscamente en este periodo, hasta el punto de que ahora es menor al 5%.

¿Qué ha hecho Europa para recortar en tal medida su dependencia del gas ruso? Pues firmar acuerdos con otros países para garantizarse una materia prima energética que sigue siendo básica en la actualidad pese al auge de las renovables. Con ese fin, la UE ha sellado un acuerdo de suministro de GNL (gas natural licuado) con EEUU. Curiosamente, dicho GNL que llega del otro lado del charco llega a través de procedimientos de extracción de fracking, que están prohibidos en Europa por su daño ambiental. Pero los negocios son los negocios. Tanto es así que Europa también compra GNL a Rusia (este país es el segundo suministrador de España por ejemplo), ya que este producto no está sujeto a sanción alguna.

Sea como fuere, la realidad es que Europa ha aprendido la lección de la guerra de Ucrania y en solo dos años ha logrado reducir enormemente su dependencia de Rusia. A ello contribuye también un contrato firmado con Azerbaiyán para importar más gas de este país a través de un gasoducto que termina en Italia.

Un cúmulo de actuaciones en la buena dirección que elimina cualquier riesgo de crisis energética que provoque un alza en el precio de la electricidad que ponga en jaque a hogares y empresas, como ocurrió hace tan solo dos años.

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