Cooperación militar entre las juntas

El pasado 11 de junio, un ataque del grupo yihadista JNIM a una base militar burkinesa provocó la muerte de 107 soldados, uno de los incidentes más sangrientos que ha sufrido el ejército de Burkina Faso. El descontento de los militares ante este ataque y los escasos avances de la junta ante el avance de la insurgencia yihadista podría llevar a que se produzcan motines o incluso un nuevo golpe de Estado (como los dos sufridos en 2022 ). El despliegue maliense ayudará tanto a proteger la continuidad del líder de la junta burkinesa, Ibrahim Traoré, como a apoyar cualquier intento de contraofensiva contra los terroristas. Traoré, que tras su llegada al poder garantizó restablecer la democracia en un plazo de 2 años (lo que implicaría la celebración de elecciones el próximo 1 de julio, algo que, por supuesto, se ha descartado ) y la recuperación total de la seguridad en el país, no ha cumplido con nada de lo prometido. Por el contrario, ha llevado a cabo un marcado viraje antifrancés y prorruso, favorecido a su vez por los esfuerzos de cooperación regional con las otras juntas militares del Sahel, con quien comparte similitudes en materia de política exterior (y en deseos de mantenerse en el poder). En los últimos meses, además, Traoré ha cargado contra medios de comunicación independientes, opositores políticos y, en general, todos aquellos críticos con la junta, un segmento poblacional en aumento. En la historia de Burkina Faso se ha repetido en múltiples ocasiones que el ejército respalde el descontento popular con acciones militares, por lo que el riesgo de un nuevo golpe de Estado es creciente.