28 ene 2024
Sin cambios a la vista
El Banco Central Europeo decidió la semana pasada mantener los tipos de interés en el 4,25-4,5% a pesar de los signos de debilidad económica en las principales economías de la eurozona.
En concreto, los datos de Alemania y Francia no son nada halagüeños. Alemania cerró el 2023 con una contracción del 0,3%, el peor dato de crecimiento para una economía desarrollada. Los hogares y las empresas se vieron duramente afectados por los altos costes de la energía, la producción industrial sigue cayendo y la industria automovilística lucha por competir en la transición hacia los vehículos eléctricos. La economía francesa, por su parte, apenas registró una aceleración del 0,8% en 2023, lastrada por los malos datos de producción industrial. A la decepcionante situación coyuntural se unen retos estructurales relacionados con la falta de mano de obra o el incremento de las tensiones políticas como consecuencia del auge de la ultraderecha en el país. Sin embargo, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha decidido obviar esta situación y mantener invariable el precio del dinero para toda la eurozona. Ha asegurado, además, que “el proceso de desinflación” sigue su curso. Ciertamente, en solo un año los precios han pasado del 9,2% al 2,9%. Sin embargo, conviene tener en cuenta que, pese a que la mayor parte del trabajo ya está hecho, la última milla en la lucha contra los precios es siempre la más complicada. Lagarde afirmó que el repunte de la inflación en diciembre había sido "más débil de lo esperado" y atribuía las presiones sobre los precios al rápido crecimiento de los salarios y al descenso de la productividad. Además, aseguró que el BCE estaba observando "con mucha atención" la interrupción de la cadena de suministro causada por el conflicto en Oriente Medio, que estaba causando un aumento en los costes de envío y retrasos en las entregas.